Parece un Arbol Genealogico

Nuestro Arbol

Aqui les dejo estas fotos de un arbol que tiene un nombre un poco dificil "dracaena cinnabari". Originario de la isla de Socotra, pertenece a Yemen, tiene forma de paraguas.

A 250 kilómetros de la costa de Somalia y a 340 kilómetros al sur de la Península Arábica, en la boca del Golfo de Adén, las islas de Socotra son un monumento a la biodiversidad. Por algo se las llama las Galápagos del Índico (aunque sean mucho menos conocidas que las del archipiélago ecuatoriano). La ausencia de herbívoros ha permitido que los pepinos alcancen una altura de cinco metros, que las rosas del desierto florezcan en un tronco con forma de bota de vino y que las granadas nazcan silvestres, aunque nada como el ejemplo de sus habitantes, que han aprendido a aprovechar sus recursos naturales sin alterar con sus acciones el espectacular ecosistema.

Buena parte del archipiélago, que pertenece a Yemen e integran las islas de Samha, Abd Al-Kuri, la deshabitada Darsah y la propia Socotra (la mayor de todas), amén de unos pequeños islotes rocosos, es eminentemente árido, tanto que el termómetro alcanza temperaturas sofocantes. Pero el bellísimo paisaje hace olvidar el calor: las olas del mar baten contra playas inmaculadamente blancas y las brumas convierten los montes Haggier en suntuosas praderas verdes y en bosques donde los picos de 1.600 metros de altitud parecen acuchillar las nubes. "Debido a su aislamiento geográfico y político, la flora y fauna de Socotra, únicas en el mundo, se han conservado excepcionalmente", afirma Diccon Alexander, cuyos intereses profesionales en botánica y fotografía lo han mantenido vinculado a estos parajes durante 10 años. "Pero, en la actualidad, el ecosistema es muy vulnerable al impacto del desarrollo moderno".Sus cerca de 40.000 habitantes, que hablan árabe además de un idioma propio —lenguaje que se pierde en la noche de los tiempos y que no tiene escritura—, pescan tiburones, atunes y langostas, cultivan dátiles y ahora también mantienen rebaños de cabras y vacas. De los bosques de las tierras altas extraen resinas (como esa sangre de dragón, de un rojo intenso, utilizada tradicionalmente para elaborar medicamentos y decorar la cerámica nativa y que el pasado era muy apreciada en Europa como pigmento —uno de los favoritos de los pintores del Renacimiento— y barniz de magnífico brillo, perfecto para los exquisitos violines italianos), tintes y maderas de olor. Eso sí, todas sus actividades están regidas por unas normas tradicionales de conservación. Así, buscando la unanimidad y la aprobación de los más ancianos, la tala de árboles vivos debe ser aprobada por los concejos de las aldeas, y la pesca con redes está prohibida en ciertas zonas de la costa. Pero en la actualidad resulta necesario, según Alexander, introducir nuevas medidas para equilibrar el desarrollo con la conservación. Con la ayuda de fondos de Naciones Unidas y de los gobiernos polaco, italiano y holandés —además de una serie de ONGs y asociaciones conservacionistas de múltiples países—, expertos locales e internacionales están exa- minado y cartografiado las islas de Socotra, lo que permitirá al Gobierno de Yemen declarar parques nacionales, santuarios y zo- nas de especial interés científico las tierras más vulnerables y de mayor biodiversidad.

También se están preservando otras partes de las islas para que proporcionen a las comunidades un flujo continuo de recursos naturales, mientras se permite que continúe el desarrollo en "zonas de uso general", donde el entorno natural ya se ha visto bastante alterado. El creciente interés turístico de la zona puede arruinar todos los esfuerzos. "Temo que la introducción de plantas y animales (sobre todo domésticos), la creación de pozos y la recolección de productos agrícolas puede alterar el frágil ecosistema", concluye Alexander. "Espero que los habitantes puedan mantener sus ancestrales prácticas de gestión de tierras para conservar sus recursos". Sólo así Socotra seguirá siendo única.
www.socotraisland.org