sábado, noviembre 21

Nuevo libro El rumor de las piedras

El rumor de las piedras

El historiador egabrense José Manuel Valle Porras acaba de publicar, con la ayuda del Ayuntamiento local, el libro El rumor de las piedras. Heráldica y genealogía de Cabra

Este trabajo, prologado por el historiador José Antonio Villalba Muñoz, incluye dos estudios sobre la nobleza y la historia egabrense así como varios anexos (callejeros con la ubicación de cada escudo, cuadros con listados de nobles y de sus propiedades, fotografías de algún expediente de hidalguía...) y un apéndice documental.

El núcleo de este trabajo lo constituye un catálogo con 150 escudos de armas, casi todos de los siglos XVI al XVIII, con su descripción y fotografía y una breve historia y genealogía de la familia noble que los mandó hacer. Son escudos que han llegado hasta nuestros días o se encuentran ya desaparecidos, y que pertenecen a nobles linajes como los Gómez de Aguilar, Fernández Tejeiro, Enríquez de Herrera, Aranda, Luque, Heredia, Cabrera, Uclés, Portocarrero, condes de Cabra... También incluye escudos eclesiásticos (de órdenes religiosas o símbolos de Jesús, la Virgen María...) y el municipal de Cabra.

viernes, noviembre 20

Noticias para los que viven en Buenos Aires

  • Bicentenario: 200 años de humor gráfico. Del 21 de noviembre de 2009 al 8 de febrero de 2010, en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, se realizará la muestra que contendrá un recorrido por el humor gráfico desde 1810 a nuestros días. Se exhibirán obras originales de Henri Stein, Eduardo Sojo, José María Cao, Eduardo Alvarez, Dante Quinterno, Florencio Molina Campos, Lino Palacio, Quino, Andrés Cascioli, Roberto Fontanarrosa, entre otros. 
  • Lugar: Av. Infanta Isabel 555 (frente al puente del Rosedal de Palermo). Tel.4774-9452 / 4772-5628 / 4778-3899. Horario: Martes a Viernes de 12 a 20 hs. Sábados, Domingos y feriados de 10 a 20 hs. / Entrada: $1. Sábados y miércoles, gratis. (info; info)
Charlas
  • Bicentenario - Ciclo de charlas organizado por la Biblioteca Nacional. El ciclo comenzó el 20 de agosto con una charla "Notas sobre el jacobinismo argentino", a cargo de Eduardo Rinesi, y se extenderá hasta el próximo 26 de noviembre. Todos los jueves a las 19:00 hs. en la Biblioteca Nacional, Agüero 2502. (info y info. Diario Miradas al Sur, domingo 16 de agosto de 2009)*

Los 712 fusilados por el franquismo tienen nombre

Entre los años 1939 y 1948 fueron ajusticiados en L’Oliva y enterrados envueltos en un  siniestro anonimato. Ahora se recupera su honor, que sólo las armas intentaron arrebatar.

Contactar con el autor Carles Gosálbez - 05/11/2009
Del presidio habilitado en el Pretori salieron cientos de tarraconenses a quienes esperaba un final tráfico. El trayecto acababa en L’Oliva, donde el pelotón de fusilamiento acometía la más injusta de las injusticias.
En las últimas semanas el Ayuntamiento ha adecentado la fosa común del cementerio donde descansan los cuerpos de la mayoría de las 712 personas fusiladas por el franquismo en los últimos días de la Guerra Civil y bien avanzada la postguerra.



La próxima acción de reconocimiento a las víctimas consistirá en la colocación en la fosa común de una placa de gran tamaño, donde  figurarán los nombres de los 712 condenados a muerte, entre los que se encontrará el de Rafael Battestini, un médico muy apreciado en Tarragona, y los de otros hombres cuyo delito fue defender sus ideas y la democracia.
La frase Aquells que han mort sense tenir el cap cot, extraída de la canción Campanades a Morts, de Lluís Llach, será un elemento dominante de la placa. Debajo figurarán los 712 nombres. El Ayuntamiento solicitará la correspondiente autorización al cantante.
La teniente de alcalde de Patrimoni, Rosa Rossell, manifestó que «hemos podido identificar a todos los fusilados». Desde ayer y hasta el próximo 20 de noviembre –la fecha no ha sido elegida al azar–, las personas interesadas, y especialmente los familiares, podrán consultar la relación en la web http//victimesrepressió.tarragona.cat.
Período de alegaciones
Rossell informó que ya se ha abierto el período para que «puedan presentar alegaciones a esta iniciativa tanto las personas que no deseen que el nombre de su familiar figure en la placa como aquellas que puedan documentar una ausencia y quieran que forme parte de la relación».
Las alegaciones pueden presentarse ante la Oficina Municipal d’Atenció Ciutadana (OMAC),   donde también podrán corregir o ampliar datos de los fusilados.
La teniente de alcalde de Patrimonio declaró que la lista «está confeccionada por orden alfabético y en la misma consta el nombre de la persona, el lugar donde está enterrado, la población de procedencia y la fecha de su fusilamiento».
La mayoría de los ajusticiados recibieron sepultura en una fosa común que acaba de ser dignificada con la restauración de las cruces y la construcción de muros, y otros fueron enterrados en nichos de la familia.
Nuevas actuaciones
El proceso de recuperación de la memoria histórica proseguirá en  2010, con la adecuación del lugar donde las 712 horas fueron fusiladas, la musealización de la sala del Pretori donde estuvieron encarcelados los condenados y la apertura al público de un refugio de la Guerra Civil localizado en Casa Canals.
Con relación a la colocación en las proximidades de la fosa común de un conjunto escultórico alegórico, a partir de una iniciativa promovida por la Associació de Víctimes de la Repressió Franquista a Tarragona, Rossell declaró que «el Ayuntamiento ha alcanzado un acuerdo con la entidad para destinar parte de la subvención de 72.000 euros que hemos recibido  del Memorial Democràtic de la Generalitat, mientras que otra parte la deberán aportar ellos». «Aún no se sabe la ubicación definitiva del monumento», concluyó.


Fuente http://www.diaridetarragona.com/tarragona/036155/712/fusilados/franquismo/nombre

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jueves, noviembre 19

Esta mañana fuimos al tradicional cambio de Guardia de la Bandera de los Andes. Vimos la noticia del Acto en el diario el dia anterior, y me acompañaron mis cuñados y sus hijas que nunca habian participado de tal evento.Llegamos a la casa de Gobierno, un sin fin de escolares sentados en las escalinatas se confundian con turistas y familiares de algunos militares. 


Segun averigue, hay varios relatos sobre el origen de la Bandera 


1-La versión tradicional

La Bandera de los Andes fue bordada por las Patricias Mendocinas

Cuando el general José de San Martín estaba por finalizar la organización del Ejército de los Andes, en la provincia de Mendoza recibió la comunicación oficial de la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas.


El Libertador entendió que era el momento oportuno para que sus tropas tuvieran un estandarte propio. Éste conservaría los colores creados por el general Manuel Belgrano y adoptados por la soberana Asamblea del Año XIII.

Fue en aquella aldea mendocina que las Damas Patricias marcaron un hito en nuestra gloriosa historia. Eran momentos de sumo patriotismo y las mujeres no estuvieron exentas. Todos los mendocinos colaboraron. Los hombres se alistaban en los distintos batallones para engrosar el ejército que se instruía en el campo de instrucción en el Plumerillo. En la ciudad, aquel dinámico fraile, Luis Beltrán, desde la Maestranza fundía balas y cañones. Desde el vecindario, las mujeres confeccionaban y teñían aquellos azules uniformes de granaderos que darían la libertad a los pueblos oprimidos por los realistas.

Cuando ya casi todo estaba preparado, la Bandera de los Andes, nació como un reto durante la cena de Navidad de 1816. En esa cálida noche, el Libertador desafió a su mujer y a cuatro amigas a confeccionar una bandera antes del 5 de enero. El ferviente patriotismo de aquellas damas fue más allá de la propuesta y sin vacilar, ellas aceptaron el reto. El general le explicó cómo debía ser aquella insignia. Tanto Remedios, la esposa del héroe, como las otras, estuvieron diseñando el modelo y al día siguiente, juntamente con otras señoras recorrieron la ciudad en busca de la tela necesaria. Por milagro la hallaron en un comercio de las inmediaciones de la ciudad, en una callejuela que llamaban "Del Cariño Botao", muy cerca de San Vicente (hoy actual Godoy Cruz). Con la sarga blanca y azul cielo se confeccionó la enseña en dos fajas unidas verticalmente. La blanca hacia adentro y la azul cielo hacia fuera. El escudo central fue un bello testimonio que encerraba los emblemas de las manos unidas, la pica y el gorro de la libertad, coronado por un sol en la parte superior y orlado el conjunto con ramas de laureles, muchas de ellas bordadas por doña Remedios Escalada de San Martín.

De los abanicos de Laureana Ferrari sacaron gran cantidad de lentejuelas de oro, y también de una roseta de diamantes que pertenecía a su madre se sacaron varios de estos, con engarce para adornar el óvalo y el sol del escudo, al que pusieron varias perlas del collar de Remedios, quien se puso a coser la bandera, mientras Dolores Prat de Hiusi, Manuela Corvalán y Mercedes Álvarez prepararon las sedas y demás menesteres para bordar. Carecían de hilo de color piel para zurcir los brazos del escudo, entonces tuvieron la idea de desteñir con lejía el hilo rojo que también sirvió para el gorro Frigio. Doña Dolores utilizó una bandeja de plata para dibujar el óvalo sobre la tela y con estas ideas ya no tuvieron ningún obstáculo para impedir su confección.

El tiempo jugaba en contra de aquellas mujeres. Faltaban pocas horas para finalizar el plazo dado por el general San Martín. Pero, allí las entusiasmadas bordaban sin reposo y por fin a las dos de la mañana del día 5 de enero de 1817 estaban arrodilladas ante el crucifijo del oratorio, dando gracias a Dios por haber terminado.

Ese mismo día, agotadas por el cansancio de aquella labor y casi sin dormir, las Patricias acudieron a la ceremonia que se realizó a las 10 de la mañana en la plaza de la ciudad.

Una multitud de patriotas mendocinos se encontraba a la espera del acto más importante que tuvo el Ejército de los Andes, desde la Iglesia Matriz, ubicada en una de las esquinas de la Plaza Mayor, se econtraba adornada con gallardetes y distintos decorados patrióticos. Fue allí en donde se realizó la bendición de la Bandera de los Andes y San Martín ofreció a la Virgen su bastón de mando.

Luego de esta ceremonia, el Libertador tomó la insignia patria e hizo jurar a todos los soldados. Después, las huestes partieron al campo de instrucción. La festividad siguió todo el día y al caer la noche se iluminaron los edificios públicos. Posteriormente, se realizaron bailes que se prolongaron hasta altas horas de la madrugada.


2- Segunda version de las Damas Mendocinas

En agosto de 1816, San Martín recibió la noticia que se había declarado la independencia de las provincias unidas y que la bandera blanca y celeste, usada hasta entonces, era el distintivo de la nueva nacionalidad.
La enseña conservaría los colores creados por el general Manuel Belgrano y adoptados por la soberana Asamblea del Año XIII. En la Navidad de ese año,  San Martín anuncio como seria el inicio de la creación de la bandera y seguido de la concreción de la iniciativa, un grupo de damas se ofreció para ayudar a realizarla.
Las creadoras de la bandera fueron Laureana Ferrari de Olazabal, Mercedes Alvarez de Segura, Margarita Corvalán de Anzorena, Dolores Prats de Huisi y la esposa del general, Remedios de Escalada de San Martín, que en pocos días lograron concretar la obra.

Juntamente con otras damas recorrieron la ciudad en busca de la tela necesaria. Hasta que por casualidad  hallaron la tela perfecta en un comercio de los arrabales de Mendoza, en una callejuela que llamaban “Del Cariño Botao”, en la actual ciudad de Godoy Cruz.
Con la tela blanca y azul cielo se confeccionó la enseña en dos fajas unidas verticalmente. La blanca hacia adentro y la azul cielo hacia fuera. El escudo central tiene los emblemas de las manos unidas, la pica y el gorro de la libertad, coronado  por un sol en la parte superior adornado con ramas de laureles.
Cada uno de los elementos que componen la bandera del ejército tiene un significado.
Las manos entrelazadas simbolizan la unión fraternal. La pica significa el trabajo. El gorro, emblema de redención y de Libertad. El sol  de unidad nacional. Los laureles son el emblema de victoria. El campo azul  representa el cielo sin nubes y el campo blanco el color de la nieve de nuestras montañas, símbolo de la pureza. La pirca de piedra, representa nuestra cordillera.
La enseña fue bendecida por un sacerdote y fue el mismo San Martín quien luego de la bendición, la presentó diciendo “¡Soldados, esta es la primera bandera independiente que se ha levantado en América!”.
En 1823 fue colocada en el templo San Francisco y,  después del terremoto que azotó a Mendoza en 1861, la bandera fue rescatada de las ruinas para ser reubicada en un salón del palacio de gobierno denominado “Salón de la Bandera”.
La Bandera de Los Andes, la más antigua bandera de guerra argentina se conserva actualmente en el vestíbulo del acceso principal del palacio gubernamental. La misma se encuentra colocada en una caja de vidrio, revestido de mármol blanco, sobre un pedestal de granito negro. Esa estructura, a la vez, está contenida en uno de los paneles de granito natural que sirven de muro historial. En dicho muro se grabaron las reseñas de la confección de la Bandera de los Andes y su valor en la gesta sanmartiniana.



3-La tercera versión

Fueron las monjas de la Buena Enseñanza quienes la confeccionaron

Las Patricias se reunieron en casa de Margarita Corvalán y después de cambiar ideas acordaron concurrir al día siguiente al Monasterio de la Buena Enseñanza en donde se celebraba la festividad del Dulce Nombre de María titular del Monasterio.

Terminada la función religiosa fueron a saludar a la madre priora R. M. María de las Nieves Godoy a la cual pidieron el concurso de las mismas para confeccionar la bandera. Las monjas ofrecieron espontáneamente todo su apoyo a la referida obra y a fines del mes de setiembre del año 1816 la madre priora con el auxilio de la R. M. María del Carmen del Niño Dios Correas y de la R. M. Andrea de los Dolores Espínola, profesora de labores y bordados del Colegio. Habían preparado un ensayo en forma de estandarte sobre la manera de confeccionar la bandera de acuerdo a la tela que se disponía. Luego de considerar y después de haber consultado con el general José de San Martín quedó conformada la bandera de la siguiente forma. Las dos fajas se unieron perpendiculares la blanca en la parte superior del asta y la azul al extremo inferior. Una vez unida la tela se dibujó el escudo nacional con sus emblemas. Éste fue ideado por la R. M. Espínola y fue bordado después con sedas de colores, las manos de color carne, el gorro de rojo, el sol amarillo y los laureles verdes. Se colocaron en los ojos del sol 2 topacios y en los rayos pequeños diamantes, lo mismo que en el término del gorro frigio y en el aro del óvalo una serie de perlas como también en las ramas del laurel.

Las monjas que tuvieron que confeccionar y bordar la bandera fueron las siguientes: La R. M. María de las Nieves Godoy, priora del Monasterio de la Buena Enseñanza, natural de Mendoza, hija de don Nicolás Godoy y de doña Magdalena Videla; R. M. Andrea de los Dolores Espínola, también mendocina, hija de Pedro Espínola y de Bárbara Lemos, R. M. María del Carmen del Niño de Dios Correas, también de Mendoza, hija de Félix Correas y de Juana Sotomayor.

Las referidas religiosas eran tan distinguidas por su ilustre linaje como por su noble virtud. Todos los bordados de la bandera fueron hechos por la R. M. Espínola y secundada por doña Dolores Prat de Huisi, (natural de Chile) y Manuela Corvalán de Segura, que también donó otras joyas que se le colocaron al aro que forma el óvalo del escudo asemejando una cinta envuelta en el medio.

Remedios Escalada de San Martín donó varias perlas de su collar que se colocaron en el sol; Narcisa Santander entregó en forma voluntaria una valiosa gargantilla con trescientos cuarenta y dos diamantes de primera agua y de regular tamaño que se colocaron tres diamantes en cada hoja de las ramas de laurel. Margarita Corvalán dio los topacios de sus aros que se aplicaron a los ojos del sol y para darles más brillo y esplendor algunos diamantes de unas sortijas que se pusieron a los rayos del sol. Mercedes Álvarez donó algunos diamantes y Laureanita Ferrari las lentejuelas de oro de dos abanicos y varios diamantes que junto con los de Margarita y Mercedes se colocaron a los 32 rayos que componen el sol del escudo de la bandera. Las mencionadas Patricias, después de donar sus joyas fueron las que secundaron a la R. M. Espínola en el bordado y confección de la bandera. La R. M. Godoy fue a la que se encargó de distribuir y decorar la bandera aplicando a la misma las piedras preciosas que se donaron, dándole mayor brillo, esplendor y grandeza. Por último la R. M. Correas fue quien se la designó para zurcir la cinta blanca, celeste y blanca, que en forma de moño ataba a las 2 ramas de laurel y son las únicas que estaban bordadas en la sarga de la bandera a la cual se le colocaron las seis esmeraldas que donaron las religiosas del Monasterio. La bandera quedó confeccionada antes del 5 de enero de 1817 día de su bendición.

Antes de partir a liberar el territorio chileno, el 15 de enero de 1817, el general José de San Martín se dirigió a la madre priora del Monasterio con palabras de elogio a las Monjas patriotas por la valiosa ayuda y colaboración de haber tenido el gran privilegio de bordar la Bandera de la patria, en un párrafo que dice: (...) “la patria ha quedado eternamente comprometida ante ese Monasterio como así también el honor de mi espada”.


Conclusión

Las monjas del Monasterio realizaron el trabajo

Por mucho tiempo se creyó que las Patricias Mendocinas habían confeccionado y bordado la gloriosa Bandera de los Andes, hasta que una profunda investigación realizada por el profesor mendocino Esteban Fontana aportó una nueva teoría, aunque no está totalmente aclarado este tema, pero existen pruebas documentales que son irrefutables.

La tradición nos comenta que la Bandera de los Andes nació como un reto durante la cena de Navidad de 1816. El general San Martín desafió a su mujer junto a sus cuatro amigas a confeccionar una bandera antes del 5 de enero de 1817.

Es probable que la Bandera de los Andes fuese creada por una resolución del gobierno de las Provincias Unidas del Sud, cuando se formaron los dos ejércitos del Norte y de los Andes, el 1º de agosto de 1816 y no por una iniciativa del general San Martín. Recordemos que las ordenanzas militares eran estrictas en esa materia. Existe documentación que reglamenta el uso de banderas o estandartes de los batallones y regimientos que estuvieron o fueron creados en nuestra provincia desde 1814 hasta 1817.

Es importante destacar dos hechos que han sido mal interpretados por algunos de los historiadores en lo que respecta a la participación de las Patricias Mendocinas.

Es innegable que doña Remedios Escalada de San Martín junto con Laureana Ferrari fueron a recorrer las tiendas de la ciudad de Mendoza en busca de la tela apropiada para confeccionar la Bandera de los Andes. Al escasear el color de las telas en la ciudad se dirigieron rumbo a San Vicente, actual Departamento de Godoy Cruz y, al llegar a la calle denominada del “Cariño Botao” entraron a un pequeño negocio y con sorpresa vieron la tela color azul. Otra son las donaciones que sin lugar a dudas realizaron aquellas Damas. Doña Remedios Escalada de San Martín contribuyó con varias perlas de su collar que se colocaron en el sol; Narcisa Santander donó los trescientos cuarenta diamantes de una valiosa gargantilla; Margarita Corvalán dio los topacios; Mercedes Álvarez colaboró con otros joyas, al igual que Laureanita Ferrari que cedió las lentejuelas de oro de sus abanicos.

Según lo expuesto por Fontana, las monjas que tuvieron el honor de confeccionar y bordar la bandera fueron las siguientes: madre priora María de las Nieves Godoy; R. M. Andrea de los Dolores Espínola y R. M. María del Carmen del Niño de Dios Correas.

Queda claro, que los bordados de la bandera fueron hechos por la R. M. Espínola y secundada por las damas doña Dolores Prat de Huisi, Manuela Corvalán de Segura La R. M. Espínola fue la encargada de la confección de la bandera. La R. M. Godoy distribuyó y decoró dicha insignia, la que aplicó las piedras preciosas donadas, dándole mayor brillo, esplendor y grandeza y por último la R. M. Correas fue la encomendada de bordar la cinta blanca, celeste y blanca (y no celeste, blanca, celeste) que en forma de moño ata a las 2 ramas de laureles y son las únicas que están bordadas en la sarga de la bandera a la cual se le colocaron 6 esmeraldas que donaron las religiosas.

Para concluir, es importante destacar la nota dirigida a la madre priora del Monasterio de la Buena Enseñanza, fechada el día 15 de enero de 1817 y firmada por el general San Martín, en que agradece la intervención de estas monjas en la confección de la bandera.  
Por Carlos O. Campana y Jorge O. Campana

Origen del Regimiento 11
El Regimiento de Infantería de Montaña 11 General Las Heras tuvo su origen en el Cuerpo de Auxiliares Argentinos que en el año 1813 marchó en ayuda de los patriotas de Chile. Este batallón se cubrió de gloria en el bautismo de fugo del combate de Cucha Cucha el 23 de febrero de 1814. Luego, como parte del Ejército Libertador posibilitó la conmsolidación de la libertad de ese país en la Batalla de Maipo.
Esta unidad constituyó el núcleo del Ejército de los Andes habiéndose creado bajo la denominación de Regimiento 11, el 8 de noviembre de 1814 por decreto del director supremo Gervasio posadas. El regimiento acompañó al general José de San Martín en su campaña libertadora por latinoamérica. Desde el 20 de abril de 1993 el Regimiento de Infantería de Montaña 11 General Las Heras custodia la gloriosa bandera del Ejército de los Andes que se encuentra en la planta baja de la Casa de Gobierno de Mendoza.

El Regimiento N° 11 de Tupungato, ligado a la historia sanmartiniana

El Regimiento de Infantería de Montaña 11 General Las Heras, basado en la villa de Tupungato, cumple por estas horas 193 años de fundación y carga con una rica historia sanmartiniana.

La unidad de batalla tiene un fuerte arraigo en la población del Valle de Uco, y son muchas las escuelas de frontera, los puesteros y otros habitantes cordilleranos que saben de sus servicios en situaciones de emergencia.

En el orden profesional se trata de un regimiento especializado y equipado para la acción y el desplazamiento en los ambientes de montaña.

Al comienzo de su historia, su creador, el General José de San Martín, lo nutrió de paisanos mendocinos y hoy, con el devenir de los años, su plantel está integrado por soldados voluntarios, casi todos oriundos de los departamentos de esa región de Mendoza.

La institución está encabezada en la actualidad por el teniente coronel Jorge Rafael Domenech, mientras que el segundo en el mando es el mayor Daniel Porres.

La guarnición celebrará hoy la fecha con distintos actos y la visita de autoridades, vecinos e instituciones. Uno tiene que ver con la inauguración de un friso de la renombrada escultora Lola Mora.

La historia de esa obra, que ha sido emplazada en el frente de la comandancia, no es muy conocida. La artista estuvo comisionada para hacer un monumento a la Bandera, hacia 1918, en Italia. Por distintos inconvenientes, la pieza no se concretó, pero la escultora realizó algunos tramos del conjunto. Una de esas partes quedó en Santa Fe, donde el regimiento estuvo basado alguna vez, y allí fue rescatada por los jefes del 11° de Infantería, porque estaba asignada en donación a la unidad del Valle de Uco.

El friso, esculpido en mármol de Carrara, representa un militar portando una bandera y soldados en actitud de prestar juramento. La obra fue restaurada por los expertos Pedro Canepuccia y Miguel Ángel Marchionni. Además de este estreno, también distinguir a veteranos de la Guerra de Malvinas.

En el encuentro estará un descendiente del general Juan Gregorio Las Heras, el diputado chileno Jorge Insulza Gregorio de Las Heras, quien concurrirá especialmente a la ceremonia.

Cabe recordar que el regimiento tupungatino nace en 1814, como Batallón de Infantería Línea N° 11, en Cuyo. Fue integrado con efectivos que habían quedado del de los "Auxiliares", que combatieron al mando del entonces teniente coronel Juan Gualberto Gregorio de Las Heras.


En enero de 1817, partió con el Ejército Libertador hacia Chile y Perú. Disuelto en El Callao (Perú), en 1824. A mediados del siglo XIX se refundó, hasta que por decreto del presidente Figueroa Alcorta, fue denominado Regimiento N° 11 de Infantería General Las Heras. Se estableció en la ciudad de Rosario, en 1912, y en 1964 se instaló en Tupungato. Es custodio de la Bandera de los Andes.   Fuente Diario Los Andes

La antigua Bandera se mantiene en una caja de vidrio cerrada hermeticamente el la Casa de Gobierno de la ciudad de Mendoza.

Patricias Mendocinas

Hay una calle que me llama la atencion por su nombre en Mendoza Ciudad.
Aclaremos que no es la unica,pero hoy les quiero compartir de esta en particular. la calle Patricias Mendocinas.
 Veamos por que esta calle fue bautizada con ese nombre

Ante la falta de recursos, San Martín pidió ayuda a la sociedad cuyana y contó con apoyo y colaboración espontánea.
En nombre del bien común y el ideal independentista, un grupo de damas mendocinas decidió donarle sus joyas, actitud que fue imitada por puntanas y sanjuaninas. Las mujeres también colaboraron confeccionando los uniformes de los soldados y bordando la bandera del Ejército de los Andes.
Estas mujeres fueron:

María R. de Fernández
Blanco

Rosalía Gacha
de Las Heras

Mercedes
Álvarez de
Segura

Laureana
Ferrari de Olazábal
Margarita Corvalán Felipa Sosa Martina Silva
de Gurruchaga
Dominga B. de Balcarce Margarita Correa Ortiz
 
La Historia contada por Victor Barrionuevo Imposti
INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANOEn el imponderable esfuerzo de preparar y ejecutar la campaña de los Andes y la liberación de Chile y
del Perú, estuvo la inmanente presencia de la mujer patricia, con su contribución material y espiritual, concitada
por el fervor y la abnegación ejemplares de San Martín. Lo mismo mestizas que mulatas, señoras o barraganas.
La que no dio joyas y esclavos dio zapallos y tejió ponchos. La patria no es sólo de los hombres. Y aúnque en la
hora decisiva de partir las mujeres quedan, el ejército lleva su sangre y su fe, el trabajo de sus manos y la
angustia de su espera. En 1812 San Martín frecuentaba el cortesano salón de doña Tomasa de la Quintana de
Escalada, cuya hija Remedios había impresionado el corazón del coronel de granaderos. En sus tertulias
conoció el temple de aquellas patricias que compraban fusiles para la patria y aguardaban los chasques con la
buena nueva, para poder decir con dignidad espartana: “Yo armé el brazo de ese valiente que aseguró su gloria
y nuestra libertad.” Desde entonces el libertador siempre contó, para sus altos planes, con la valiosa
contribución de mujeres, las más de ellas anónimas u olvidadas. En la tradición histórica brilla más el gesto
ejemplar y espléndido de las altas damas que protagonizan la sociedad, que la callada y fecunda fatiga de las
mujeres de clase inferior. Por otra parte suele idealizarse la contribución de guerra con una virtuosidad que no
siempre tiene. Muchas veces las contribuciones patrióticas se daban ineludiblemente; y aún compulsivamente
exigidas por San Martín, inclusive a personas desafectas a la revolución.” Cuando peligra la salvación de la
patria, todo es justo, menos dejarla perecer”.
EL RENUNCIAMIENTO DE ALHAJAS PARA LA PATRIA
Dos antiguos oficiales del Ejército de los Andes, el coronel Pueyrredón y el general Espejo, dispuestos a
narrar, según sus propios recuerdos, las campañas en que habían relataron un episodio que la posteridad ha
recogido como ejemplo de patriótica contribución femenina. “Es el caso que los patriotas de toda clase y rango,
los menestrales mismos en sus artes y oficio, los padres de familia en fin, ya habían hecho toda clase de
demostraciones por su parte -dice el general Espejo-; pero el sexo hermoso, las matronas, si se exceptúan las
obras de costura de vestuarios de tropa, y otros actos humanitarios, no habían hecho todavía algo notable por la
suya. En este concepto discurrieron en secreto, circular de casa en casa, una invitación para día fijo. A la hora
convenida se reunió una gran comitiva de las de más alta clase, que se dirigió al salón del Cabildo encabezada
por la señora doña María de los Remedios Escalada de San Martín. Recibidas que fueron en audiencia pública,
la señora que encabezaba la reunión, en pocas pero muy marcadas palabras expuso el motivo que las conducía.
Dijo que no le era desconocido el riesgo que amenazaba a los seres más queridos de su corazón, ni la penuria
del tesoro, ni la magnitud de los sacrificios que demandaba la conservación de la libertad. Que los diamantes y
las perlas sentarían mal en la angustiosa situación en que se veía la provincia, y peor si por desgracia
volviésemos a arrastrar las cadenas de un nuevo vasallaje, razón por la que preferían oblarlas en aras de la patria,
en el deseo de contribuir al triunfo de la sagrada causa de los argentinos. Y entre los transportes de los más
patéticos sentimientos se despojaron allí de sus alhajas y presentaron muchos objetos de valor, de los que se
tomó razón individual para dar cuenta a la autoridad...” Por su parte el coronel Pueyrredón informa que,
encontrándose reunidas en la Casa Capitular de Mendoza, aquel conjunto de señoras, muy elegantemente
ataviadas, San Martín departía con ellas, ponderando la sencillez republicana y el patriotismo de las mujeres
romanas, que se habían despojado de cuanto tenían, inclusive de sus cabellos, para salvar la Patria. Y agrega el
memorialista que luego, dirigiéndose a su señora, dijo el libertador: “Remedios se tú quien de el ejemplo,
entregando tus alhajas para los gastos de la guerra. La esposa de un general republicano no debe gastar objetos
de lujo cuando la patria está en peligro. Con un simple vestido estarás más elegante y te amará mucho más tu
esposo” Se dice que Remedios Escalada se adelantó entonces, se quitó delante de todos, sus anillos, collares y
demás alhajas, y las depositó en una bandeja de plata que allí había, prometiendo mandar de su casa toda la
vajilla de plata labrada. Las señoras presentes aprobaron e imitaron aquel renunciación, diciéndose unas a las
otras: “es justo, es justo”. Ninguna quiso ser menos que otra, y no sólo oblaron voluntariamente lo que llevaban
puesto, sino que se apresuraron a remitir lo que aún habían dejado en sus casas. Aquellas señoras, que hablan
entrado al Cabildo ricas de sus joyas, salieron pobres de ellas, pero ricas de patriotismo y orgullosas de lo que
habían hecho. “Los diamantes y las perlas sentarían mal en la angustiosa situación de la patria, que exige
sacrificios de todos sus hijos; -cuenta Mitre que expresaron las damas en presencia del Cabildo- y antes de
arrastrar las cadenas de un nuevo cautiverio, oblamos nuestras joyas en su altar.” César H. Guerrero sostieneprioridad de la mujer sanjuanina en este género de donativos, afirmando que cuando San Martín llegó por
primera vez a San Juan, en mayo da 1815, unas doscientas damas concurrieron a la Sala Capitular para
saludarlo; y que en la oportunidad las señoras Teresa Funes de Lloveras, Bernarda Bustamante de Cano y
Jacinta A. de Rojo le ofrecieron, en nombre de las patricias sanjuaninas, el aporte de sus alhajas. ¿Qué
fundamento documental tiene esta conocida tradición? Sabemos que en su carácter de Gobernador Intendente de
Cuyo. San Martín, a pedido del Directorio, habla promovido, por medio de los cabildos, una suscripción
popular para contribuir en el equipamiento de la escuadra a fin de repeler el peligro inminente de una poderosa
expedición realista. Su célebre bando del 6 de junio de 1815, exhortando a los verdaderos patriotas a sacrificarlo
todo por la salvación de la patria, tenia el apremio que suscitan los grandes e inminentes peligros. Fue como una
vibrante amonestación contra la indiferencia, en la hora critica.”Todos somos ya soldados”, decía.” A la idea del
bien común y a nuestra subsistencia, todo debe sacrificarse. Desde este instante el lujo y las comodidades deben
avergonzarnos como un crimen de traición contra la patria y contra nosotros mismos”. Y agregaba: “El ilustre
Cabildo abrirá en el día una suscripción de donativos voluntarios que será el crisol del patriotismo”.
Los cabildos cuyanos, en efecto, constituyeron comisiones ante las cuales se entregaron, entre otras
contribuciones, las joyas donadas por las patricias. Aúnque la evaluación moral de este renunciamiento no
podría determinarse por la cantidad y calidad de las alhajas donadas, no será en vano conocerlas, para quienes
comprendan la idiosincrasia femenina. En San Juan la comisión designada por el ayuntamiento recogió, entre el
8 de junio y el 26 de julio de 1815, entre otros donativos, los siguientes, sin contar las contribuciones que en
menor cuantía y con igual desinterés hicieron llegar las damas de Jáchal y Valle Fértil:
· 3 cadenas de oro.
· 3 pares de caravanas o aros de oro.
· 4 cruces de oro, una de ellas con 3 perlas.
· 12 sortijas de oro, la mitad de ellas con piedras engarzadas.
· 4 peinetas de plata con sobrepuesto de oro, y otras 2 de oro con 26 perlas.
· 1 medallón de oro con refuerzo de plata.
· Algunos zarcillos y aretes de oro; y plata de chafalonía.
Avaluado a razón de 11 pesos por onza de oro, 6 pesos y medio la onza de plata y 3 reales por perla, vino a
resultar un total de 209 pesos con 2 reales y un cuarto. Las donantes eran 29; entre ellas se destacaron las
hermanas del teniente gobernador. Las mendocinas por su parte donaron las siguientes alhajas:
· 1 par de aros con 9 topacios cada uno montados en plata y guarnecidos con cinta de oro.
· 1 par de caravanas con 142 aguamarinas montadas en plata.
· 1 anillo con 35 aguamarinas montadas en plata, con fondo y aro de guarnición de oro.
· 1 aderezo de zarcillos y rosicler con 206 topacios montados en plata.
· 1 cajita que contiene unas caravanas con 6 diamantes y rosas montados en plata, con aro y guarnición de oro.
· 1 par de manillas con 302 perlas finas y sus broches correspondientes, con 72 diamantes rosas montados en
plata, todo guarnecido de oro.
· 1 collar con 197 diamantes rosas montados en plata, guarnecidos con granos de oro.
· Una piña de plata (se llamaba así a una especie de panecillos o pilones de plata nativa fundida en moldes), que
pesaba 49 marcos y 4 onzas; y una cantidad de chafalonía ( o sea vajilla y cubiertos de plata) que pesaba 200
marcos, 5 onzas y 3 adarmes.
· Piezas de oro labrado que pesaban l6 onzas y 13 adarmes.
Recordemos que un marco equivalía a 230 gramos y contenía 8 onzas; una onza es igual a 28,75 gramos y
equivale a 16 adarmes. Así resulta que la plata totalizaba 57,534 kg., y el oro labrado 483,348 gramos. El valor económico de estas “ alhajas, plata de piña y oro en preseas “ donadas por las patricias mendocinas fue
calculado en su época en 216 pesos fuertes, es decir, menos de lo que valía un esclavo. San Martín se sintió
decepcionado por los exiguos resultados de esta suscripción, cuyo fracaso atribuyó a la indolencia de los
pudientes, y se propuso recurrir a medidas más eficaces. Esto no obstante se dirigió mediante sendos oficios a los cabildos de Mendoza y San Juan, agradeciendo a sus respectivos pueblos el virtuoso desprendimiento con que habían ocurrido en obsequio de la causa común (16 de setiembre de 1815). Había dispuesto el Directorio que, de estas contribuciones, se remitiesen a Buenos Aires, por intermedio del administrador de la Aduana de Mendoza, que lo era el Dr. Juan de la Cruz Vargas, “todo lo que no fuera de absoluta necesidad” para el ejército de San Martín; especialmente las alhajas y caldos (vino, aceite, etc. Por estar destinados al consumo de la escuadra y porque podrían reducirse a dinero “ con mayor facilidad y ventaja del Estado “ San Martín dispuso entonces que las alhajas marchen a Buenos Aires a la mayor brevedad, y así se hizo. Encajonados que fueron aquellos destellos de arte menor en dos cajones retobados de los que había en el parque de artillería de Mendoza, el administrador de la Aduana de Mendoza los envió a la capital por medio del correo supernumerario Fernando Ferreira, quien en 12 días de viaje estuvo en la capital el 27 de octubre de 1815. Puestas a disposición del Administrador General de Correos, Melchor de Albín, las alhajas fueron tasadas por el ensayador Juan de Dios Rivera y el platero Joaquín Pereira; y fueron entregadas al gobierno el día 4 de diciembre de 1815. Aúnque las alhajas de las patricias cuyanas, como queda aclarado, no estuvieron destinadas al Ejército de los Andes sino al equipamiento de la escuadra, hemos mencionado su histórico gesto -que repitieron a su turno chilenas y peruanas porque no fue ajeno a él la tónica sanmartiniana, incentivo fecundo de los mayores sacrificios por la patria.

INGENTES APORTES Y TRABAJOS
En la preparación del Ejército de los Andes el general San Martín debió proveerse de elementos de transporte, abrigo y víveres para las tropas. Los aportes populares fueron cuantiosos y en gran medida debidos a la prodigalidad de las damas mendocinas, sanjuaninas y puntanas. Sólo las mujeres de San Juan, entregaron 238 ponchos, 18 ponchillos, 16 frazadas, 198 pieles de carnero, 39 jergas, 119 monturas, 115 caballos y 843 mulas, unas de silla y otras cargueras. Por otra parte, según el acta de las suscripciones recogidas en junio y julio de 1815, en esa oportunidad 29 mujeres, entre ellas 12 viudas, donaron alhajas, dinero, esclavos y productos alimenticios por un total de 14.242 pesos y algunos reales; destacándose entre ellas, por el valor económico de sus aportes, las “ciudadanas” Carmen Sánchez (320 pesos), Luisa Rufino (288 pesos, 2 reales), Francisca Cano(183 pesos, 6 reales) Borjas Torazo (111 pesos, 5 reales) y Féliz de la Rosa (101 pesos, 2 reales). César Guerrero en “Patricias Sanjuaninas” presenta una nómina de 380 mujeres que contribuyeron desde 1812 hasta 1819 a sostener la guerra de la independencia y otras urgencias de la patria, de las cuales por lo menos la mitad es seguro contribuyeron específicamente con la campaña de los Andes. Y análoga ponderación podemos hacer de las mendocinas. Los cuantiosos barriles de aguardiente y vino, los almudes y petacas colmados de pasas de higo, de aceitunas, trigo fragollo y maíz, la harina y el charqui: todo fue dado para el ejército por mujeres pobres y ricas. Y cuando esta suerte de aportes no resultaban directamente necesarios, luego se disponía su remisión a San Luis, Córdoba y el Tucumán, para obtener a cambio “bayetas, ristros y demás efectos útiles a la tropa”. Las que más pudieron entregaron dinero en efectivo y sus esclavos; las que menos, dieron espuelas y estribos, o algún tanto de pasas de uva y de jabón. En Córdoba el gobernador Ambrosio Funes, a instancias deSan Martín, promovió una colecta de “donativos graciosos” para el Ejército de los Andes. Los 573 ponchos y 181 varas de picote que el comisionado Ramón Olmedo obtuvo en tal concepto fueron, donados por 20 hombres y 60 mujeres, entre las cuales figuraban Rosa Sársfield y Tiburcia Haedo, madres que fueron respectivamente del Dr. Vélez Sársfield y del General Paz. Obvio es señalar que acaso la contribución más importante fue la cesión -voluntaria o no- de esclavos. Sus dueños, cediendo un valor económico, posibilitaron a San Martín la
adquisición de un valor humano. En Mendoza por lo menos 25 mujeres debieron entregar dos tercios de sus
esclavos; es decir, 33 soldados de infantería, cuya manumisión fue avaluada en más de ocho mil pesos fuertes.
Por supuesto que en muchos casos estas contribuciones no eran gratuitas ni voluntarias, y carecen, por
consiguiente, de la virtuosidad con que la historia es proclive a idealizarlas. Hoy, en todo caso, una dimensión
objetiva y otra subjetiva de difícil aprehensión. ¿Llamaremos patricias a las mujeres que cedieron un esclavo?
Agustina Correa lo hizo para librar a su marido (europeo) de una contribución extraordinaria; Narcisa Miranda, para eximir, en cambio, del servicio de las armas, a su hijo, que era granadero del regimiento 11. Otras donaron dinero, como prueba inevitable de adhesión patriótica, para eximirse de las confiscaciones y contribuciones forzosas a que eran sometidos los desafectos a la revolución. Muchas veces los pedidos apremiantes del general no dejaban escapatoria. Así le sucedió a María Josefa Palacios, cuando recibió esta nota: “No dudando (de) que recibirá V. el mayor placer en cooperar por su parte en sacar del miserable estado de esclavitud a que la casualidad lo redujo, al jovencito José María que V. posee, ya porque su patriotismo y demás virtudes que la caracterizan le impulsarán a este servicio, como porque siendo incomparable la satisfacción que reciben las almas sensibles, de hacer bien, querrá V. disfrutar de ella, he tenido a bien tasarlo en 50 pesos, a pesar de que su precio de adjudicación que hicieron a V. sea el de 75 pesos. Cuando la humanidad y dignidad del hombre exigen algún sacrificio, es de necesidad que se lo tributemos: cumpla V. pues con este deber sagrado en el poco momento que se te presenta”. A otras dos mujeres San Martín les solicitó sus causas para menesteres del ejército; y como una de ellas se demora en su entrega, insistió en estos términos: “Ya es urgente el que V. tenga la bondad de desocupar la casa de su propiedad que se pidió a V. por este gobierno para adelantar los trabajos de la maestranza del Estado, mudándose a la que tiene designada el muy ilustre Cabildo. Este sacrificio que se
exige de V. es análogo a los sentimientos patrióticos que la caracterizan; y convencido este gobierno de esta
verdad, espera que en el término de seis días entregará V. dicha casa al Sr. Comandante General de Artillería
para que la destine al objeto indicado”. Era ingrata la misión de San Martín: porque todo necesitaba obtenerlo de la nada, en una forma u otra. y en muchos casos solo pudo lograrlo con la intervención de una mujer. Valga este ejemplo: a principios de 1816 se necesitaba teñir de azul gran cantidad de picote, para la confección de uniformes; y con los elementos de que se disponía, nadie sabía hacerlo. Entonces le dirigió este oficio al  gobernador al comandante del fuerte de San Carlos: “Tiene noticia este gobierno (de) que existe en esa villa, Juana Mayorga, criada que fue de la casa de este nombre, y que ella conoce la raíz con que los indios dan el color azul. Interesa que se presente a este gobierno y que traiga alguna cantidad de dicha raíz aúnque sea corta, por lo que le franqueará V. cuantos auxilios necesite para su viaje, de cuenta del Estado, mandándola acompañada de un soldado para que la cuide”. Resultó que dicha criada no supo teñir como los indios, pero informó que sabia hacerlo la india Magdalena, que vivía en la estancia de Yancha. Nuevas averiguaciones encontraron a esta india laboriosa, a quien San Martín mandó obsequiarla con un rebozo por sus buenos servicios.
Luzuriaga ha encomiado la cooperación prestada por las mujeres “ empleando sus manos gratuitamente en la
costura y habilitación de ropas que se han necesitado para vestuario (y) dando hilas y vendas “. Y en efecto, en los trabajos de tejido y costura, así como en la atención de hospitales, la mujer ha dado con autenticidad su calor humano. Afirma Miller -y fue espectador- que las mujeres cuidaban con tal solicitud a los heridos de Maipú, que parecía que los patriotas heridos fuesen sus verdaderos hermanos.

PATRICIAS COSTURERAS
En el gran taller de Cuyo cientos de manos de mujer cosieron la ropa del ejército en interminables días de labor, respondiendo al requerimiento del general San Martín. Las dignas señoras de este pueblo, estoy seguro -decía éste en un oficio del 22 de noviembre de 1815, dirigido al ayuntamiento de Mendoza- se prestarán gustosas a reparar la desnudez del soldado, si excita V.S. sus virtudes amables. Espero pues lleve a bien V.S. repartir en las casas, para que efectúen gratuitamente su costura, los ciento sesenta y siete pares de pantalones pertenecientes al (Batallón Nº 8), que ya cortados van a disposición de esa municipalidad. Nuevas tareas de costura fueron requeridas mediante un oficio del 29 de febrero de 1816. Satisfecho este gobierno -expresaba San Martín- de que “las señoras no distarán de aumentar a los servicios que tienen hechos en obsequio de la Patria, el de coser las adjuntas bolsas para cartuchos de cañón, remito a V. S. las mil doscientas cincuenta que con esta fecha me ha pasado el Comandante General de Artillería, a fin de que las reparta V. S. equitativamente en la inteligencia (de) que indispensablemente deben ceñirse al modelo que se acompaña, a las dos distintas menas, y que V.S. empeñará todo su influjo para conseguir la pronta conclusión de dicha obra.” Por cierto que el trabajo se terminó con empeñosa celeridad, y San Martín volvió a pedir a las mendocinas la colaboración de su costura.”Trescientas sesenta y cuatro camisas de gasa se hallaban cortadas para el uso del Piquete N 8; - decía el libertador en un oficio del 1º de abril de 1816 dirigido al Cabildo-pero esta buena tropa sufre de desnudez consiguiente a su falta, por no estar aún cosidas, y es al cuerpo imposible costearlo. Lo hago presente a V S. para que. dolido de esta necesidad y en obsequio de los defensores del Pabellón Patrio, se sirva excitar la beneficencia magnánima de las señoras para que se encarguen graciosamente de esta costura. No dudo accederán gustosas, empeñándolas al celo filantrópico de V, S. A este fin hoy se avisa al Comandante de aquel cuerpo para que los ponga a disposición de esa llustre Municipalidad”. A mediados de 1816 el gobernador dispuso repartir entre las señoras de Mendoza, una buena cantidad de chaquetas “con todos los aperos necesarios para su hechura”, a fin de que las cosiesen. Y así pudo vestir a los granaderos a caballo.
Días más tarde volvió a recurrir a su expeditivo procedimiento: “Se remiten a Uds. -le dice en un oficio a la “comisión de repartos” que se habla constituido con este fin- mil bolsas de lanilla para cartuchos de cañón, que con la fecha ha mandado el Comandante General de Armas, a fin de que por reparto entre las señoras se construyan como las que anteriormente se dieron con igual destino. Asimismo existen en poder del Comisario Honorario Don Juan Gregorio Lemos 700 camisas con el mismo objeto, al que con la fecha se le previene las ponga a disposición de Uds. para que procedan al indicado reparto.” Después vino la urgencia por recoger los trabajos terminados: “Desde el mes de Julio, le dice San Martín, dos meses después, al gobernador, se han repartido al vecindario por medio del M. Yltre. Cabildo pa. su costura, setecientas camisas de gasa, setecientos quince pares de pantalones de bayetilla y doscientas bolsas de lanilla pa, cartuchos de cañón. Yo espero qe. V.S. se sirva dictar sus providencias pa. qe quanto antes se recojan estas especies, entregándose las primeras al Comisario de Grra., y la última al Comante. gral. de Artilla. Solo esto se aguarda pa. exigir nuevos repartos de esta clase. Ellos se multiplican el tiempo decrece cada día. y a este paso la urgencia es incalculable.” (sic).
Cumplido esto, no se hizo esperar el siguiente pedido: “Dirijo a V.S. quinientas bolsas de lanilla en corte pa.
cartucho de cañón a fin de que interponiéndose con el Ylustre Ayuntamto. se exija del vecindario su costura”.
También el teniente gobernador José Ignacio de la Roza hizo por su parte que “cada casa sanjuanina fuera un
taller al servicio de la patria. Donde no se cosía un uniforme, se bordaba una bandera o se tejía un poncho para los soldados”, dice el profesor Guerrero; y como ejemplo al caso menciona las 265 camisas gratuitamente cosidas en una semana, en octubre de 1815, por las mujeres de veinte familias, a instancias del gobierno, con telas que el mismo vecindario había donado. A fines del año 1816 (ya se aproximaba la fecha de la expedición) los requerimientos de San Martín se hicieron apremiantes: “Hay en poder del Comisario un número crecido de camisas. El las pasará a V.S. y espero qe. intermediando ese Gobno. se presenten las Sras. a coserlas a la mayor brevedad pr. la urgencia conqe. la tropa necesita esta clase de vestuario.”(sic) “ Quinientas camisas en corte, qe. llevará a V.S. el Comisario, espero se sirva disponer su costura con la posible brevedad, repartiéndolas entre el vecindario.” (sic) El señor Velasco Quiroga ha verificado algunos oficios del gobernador Luzuriaga agradeciendo al Monasterio de María la cooperación prestada por las religiosas en trabajos de esta índole para el equipamiento del ejercito. No siempre el trabajo del tejido y costura era gratuito. Muchas veces las necesidades del hogar debían ser atendidas exclusivamente con la industria doméstica de la mujer. Exiguo era en tal caso el interés, y valiosa la colaboración que al ejército prestaban. Mil quinientas cincuenta y nueve alforjas se tejieron en San Juan, y se cosieron, a razón de tres reales por camisa y seis reales por cada pantalón, 1.474 pantalones y 721 camisas. A otro singular expediente recurrió San Martín para esta clase de trabajos, según puede colegirse de este oficio que dirigió al cabildo de Mendoza: “Teniendo en consideración las ventajas que resultarán a la ociedad y buen orden de la policía, del establecimiento de una Casa en donde se recojan a las mujeres escandalosas, o que su conducta antisocial las haga acreedoras a alguna reprensión; y que en el estado presente de exhaustez de fondos públicos ellas pueden economizar la fábrica de tres mil vestuarios que se necesitan para el ejército, que sin este recurso sería indispensable repartirlos entre las señoras que, ocupadas en sus quehaceres domésticos, les resultarían una carga considerable, he acordado la creación de dicho establecimiento “. La “Casa de Corrección” quedó establecida, y a los Tenientes Gobernadores se les recomendó recoger prostitutas
en sus jurisdicciones y enviarlas a dicho establecimiento. Con lo cual la provincia ganó en moralidad y en mano de obra disponible

martes, noviembre 17

Feliz Cumpleaños Amor mio !!!

Me tome el atrevimiento hoy de entrar en este maravilloso sitio, tan maravilloso como vos, para saludarte y desearte que tengas un muy feliz cumpleaños y tambien decirte que mi vida significa mucho al lado de la tuya.
Que el camino andado no ha sido facil, pero siempre estamos caminandolo juntos y eso es lo importante.
Me siento muy orgulloso de vos. Por lo que sos, por lo que haces, por lo que das, por ser mi compañera, mi mejor amiga, y sobre todo La Mujer que amo.
Te amo con toda mi alma y espero que Dios te bendiga en tu cumpleaños y todos los dias por venir, y me permita seguir a tu lado, creciendo y fortaleciendo nuestro amor.

Te amo Bomboncito. Que seas muy Feliz !!!

domingo, noviembre 15

La Alameda, hermoso paseo en Mendoza ciudad

Cuando llegue a Mendoza, me propuse conocer la ciudad donde iba a vivir (Godoy Cruz) y todo lo que aqui llaman el Gran Mendoza.
Comenze por preguntar que lugares eran los mas interesantes, asi como importantes para el patrimonio mendocino. Obtuve direcciones y telefonos de museos, del cementerio, bibliotecas y paseos de gran interes.
Asi fue como llegue a la Alameda, primero acompañada de mi suegra, y luego en compañia de mi cuñada y sus hijas, oportunidad que aproveche para saber mas de este paseo y comparar la tradicion oral con la escrita.


Comparto esta nota, que me parecio buena compartirla con todos ustedes



El verdadero origen de la Alameda

Tardó más de dos años la concreción del paseo público. Se usó como mano de obra a los presos de la ciudad. El creador de la Alameda no fue San Martín, como se cree, sino Juan Francisco Cobo.

Exactamente en el 2008 se cumplieron el 200 de uno de los paseos más populares de Mendoza. Nos estamos refiriendo a la Alameda. Durante muchos años se pensó que esta arboleda había sido obra del General José de San Martín. Lo cierto es que este paseo fue una iniciativa del español Juan Francisco Cobo quien, a través del Cabildo de la ciudad, propuso la plantación de estos álamos.



Pero no sólo este casi desconocido personaje trajo estos árboles sino que fue un ferviente patriota.

Un pionero

Juan Francisco Cobo y Azcona nació en la región de Cantabria y fue bautizado en el pueblo de Secadura el 27 de octubre de 1755.

Siendo muy joven, Juan soñaba con la aventura de viajar a América y así lo hizo. Se embarcó. Eligió al entonces reino de Chile para radicarse. El viaje desde España fue bastante largo, ya que tuvieron que cruzar todo el Atlántico y pasar por el sur, hasta el Cabo de Hornos y desde allí subir por el Pacífico hasta el puerto de Valparaíso.

Luego de vivir unos años en Chile se instaló en Mendoza. Durante la guerra de la independencia fue partidario del movimiento emancipador al que contribuyó con su peculio e influencia, colaboró en la formación del Ejército de los Andes con el Libertador San Martín, mereciendo ser declarado ciudadano benemérito y exento de pago de impuestos.

Fue además agricultor y comerciante, dueño de una finca en Guaymallén. Falleció en esta ciudad el 9 de junio de 1835.



Los antecedentes de la Alameda mendocina se remontan a 1806. En ese tiempo y por iniciativa de varios vecinos se envió al Cabildo de Mendoza la propuesta de la construcción de un Paseo público.

Los alcaldes mendocinos hicieron llegar al funcionario de la Real Audiencia, Victorino Rodríguez, varios oficios sobre dicha intención.

En las notas no existía ningún proyecto sobre la obra y el presupuesto, pero sí de dónde se sacaría el dinero para su construcción. Por supuesto, sería de los vecinos.

El 13 de octubre de ese mismo año, el funcionario de la Real Audiencia contestó a los alcaldes que se había armado un expediente para formar el paseo público. Los alcaldes mendocinos propusieron la convocatoria de los vecinos para sufragar los gastos de esta iniciativa. D

os años tuvieron que pasar para que el virrey Santiago de Liniers leyera el expediente y le contestara afirmativamente.

Se reúne el Cabildo


El 8 de mayo de 1808 llegó a nuestra provincia la contestación del virrey Liniers en la que aprobaba la construcción de la obra. Sugería que los vecinos no tenían la obligación de sufragar los costos; propuso la contribución voluntaria.

La mano de obra sería aportada por los presos, para abaratar el proyecto. Al saber que el virrey dio el visto bueno para el comienzo de la obra, los alcaldes se reunieron en la Sala Capitular del Cabildo, el 13 de agosto de 1808.

La reunión tuvo como objetivo principal el tratamiento del paseo público y el mejoramiento de las veredas por parte de los vecinos (que si no cumplían con estas exigencias) se los castigaría con una multa.

Se decidió también, en esa reunión, la autorización al Procurador de la Ciudad para que los presos fueran limpiando y emparejando el terreno en el lugar que se había elegido: el de los tajamares.

También, los alcaldes solicitaron al señor Antonio Moyano que cediera los terrenos para dar ensanche a dicho paseo. Para subsidiarlo se propuso un impuesto municipal de peso y medidas, lo que llamaban “ramo de romana”.

Un mito sanmartiniano

Muchos creen que el General San Martín fue quien plantó y construyó el paseo. Pero cabe destacar que al ocupar el cargo de gobernador intendente de Cuyo el Libertador, el paseo ya existía. Él decidió embellecerlo y prolongar varias cuadras adjuntándoles bancos y ornamentaciones.

Recordemos que años antes, la calle de la Cañada era el centro de paseo de la sociedad mendocina -hoy calle Ituzaingó, entre Beltrán y Alberdi- .

Con estos arreglos, el Padre de la Patria fue uno de los promotores en trasladar a la sociedad mendocina al Paseo de “la Alameda”.

Años después, el general chileno O'Higgins construyó una Alameda similar en la ciudad de Santiago de Chile. Carlos Campana - las2campanas@yahoo.com.ar
Fuente. Diario UNO