sábado, noviembre 28

NICOLAS DE VILLANUEVA

Trabajando en mi arbol Genealogico, aparecio ante mi el nombre de MARIA TRINIDAD VILLANUEVA, casada con GERONIMO BENAVIDEZ alla por año 1600.
No habia muchos mas datos de Maria Trinidad, tenia que averiguar sobre sus padres y sus hermanos. Saber donde habia nacido, su participacion en la sociedad argentina de aquella epoca (si la habia tenido) y donde habia fallecido, si era posible.
Pude averiguar que Maria Trinidad llego a tener 10 hijos, su esposo era nacido en Paraguay y su padre NICOLAS DE VILLANUEVA tambien era paraguayo.

Don Nicolas, era hijo de un conquistador llegado a estas tierras con Don Pedro de Mendoza en 1535 oriundo de Cuenca, España llamado ALONSO DE VILLANUEVA. Don Alonso se radico en Asuncion y formo su familia posiblemente con una aborigen.

Nicolas tubo gran participacion en la historia de la provincia de Corrientes, ya que fue el primer Escribano de Corrientes. Incorporado a la expedición fundadora de la ciudad, levantó el acta de su fundación, el 3 de abril de 1588. El 26 de abril de 1597 fue elegido Procurador General de la Ciudad, y el 1 de enero de 1601 fue elegido Regidor de dicha Corporación.

Se habia casado con  TERESA DE LA TRINIDAD BENAVIDEZ.

Los abuelos de Nicolas eran,  Don ALONSO DE ZOMAS (COMAS) y Doña CATHALINA CAÑIZARES  segun constan en sus papeles de "Pasajeros a Indias" donde figura bajo en n° .1944 y dice "Conquistador"

El es mi bisabuelo numero 12.
Alguien conoce mas de la historia???

viernes, noviembre 27

Moreno y los primeros vecinos

Los primeros vecinos
La vida del pequeño poblado que tiende a extenderse bajo la dirección de la esposa y del hijo mayor del fundador, que había fallecido en 1862, era hartamente dinámica. Se vivía la fiebre del progreso emanada del ideario político y económico de la clase dirigente de Buenos Aires, que ha alcanzado su gloria en conjunto por medio de sus obras de progreso.
Los visitantes eran numerosos; unos llegaban por razones comerciales y otros por el atrayente deseo de pasar un día de campo y gozar de la aventura de un viaje en tren. Por estos motivos, numerosas familias de la capital levantaron sus casas de fin de semana y aún de veraneo.


Entre los primeros vecinos, tenemos constancia de don Juan Semín, el futuro maestro de la escuela del cuartel 4º de MorenoPedro Bonnand, el maestro albañil de nacionalidad francesa, que construyó su hermosa casa en la manzana misma de la iglesia que él comenzó a construir por encargo de la comisión de vecinos, al que debió dejar conclusa porque lo sorprendió la muerte en agosto de 1863. Esta “hermosa casa de material, hecha a la moderna con un hermoso mirador, cinco piezas, un gran sótano, un hermoso jardín, con 43 1/2 varas de frente por 75 de fondo”·se remató el 31 de enero de 1864.

La torre de Bonnand sirvió de referencia al agrimensor Sourdeux en el trazado del ejido de las tierras de pan llevar el partido, realizado en 1866, debido a que aún no se había levantado la torre de la iglesia.

Otros caracterizados vecinos, a más de los citados como autoridades, fueron, José Fawler, escocés de ilustre descendencia;

Pedro y Manuel Melo, este último ocupante de las tierras del estado; José Cesareo, comerciante, criador de ovejas y vecino de prestigio;
Eusebio Labastier, anfitrión obligado en las celebraciones importantes y destacado miembro de la comisión de la iglesia;
Juan Rodríguez;
Adolfo Ferreira;
Carso Bacigalupo, futuro municipal;
José Hornos;
María Labarriere;
Ramón Rajov;
Francisco Seeber;
Juan Rodríguez;
Felipe Vicenter, jefe de la estación y su esposa doña Isidora Montenegro, futura inspectora de la Escuela de Niñas.

Los hacendados se dedicaban exclusivamente a la cría de ovejas, por sus conveniencias y debido a que la extensión de los campos no permitía la cría de vacunos, como veremos en el panorama económico sobre la ganadería.

jueves, noviembre 26

Los ALCORTA de Moreno, provincia de Buenos Aires


Amancio Alcorta
Jacinto R. Yabén en sus “Biografías Argentinas y Sudamericanas”, nos ha legado una interesante biografía del fundador de Moreno. “Nació en Santiago del Estero, el 16 de agosto de 1805. Cursó sus estudios en el Convento de Franciscanos de la ciudad de Catamarca, continuando en la Universidad de Córdoba los de carácter superior, e iba a emprender los de abogacía, cuando sucesos desgraciados de familia, le obligaron a abandonar para siempre la carrera que había iniciado bajo tan buenos auspicios.
“Muy joven se dedicó a la carrera política y apenas cumplidos los veintiún años fue elegido por el libre sufragio de sus coprovincianos para representarlos en el seno del Congreso General Constituyente que se reunió en Buenos Aires en 1826. La circunstancia de su edad ocasionó en el seno del Congreso algunas
dificultades para la admisión de su diploma: “Alcorta creyó entonces más decoroso renunciar a su cargo de Diputado, “antes de exponerse a un fallo, que podía ser un rechazo”. Este primer contratiempo en los albores de su carrera política de ninguna manera abatió su ánimo, y cuando el General Ramón Antonio Deheza le llamó en octubre de 1830 para compartir con él las tareas del Gobierno de Santiago en calidad de su ministro general, el joven Alcorta aceptó el cargo a pesar de la triste situación que empezaba a perfilarse para los unitarios, la que se definió por completo con la caída de Deheza; y al suceder esto, Alcorta se refugió en la provincia de Salta, gobernada por el general Alvarado, en cuyos asuntos políticos tomó intervención aquel. Elevado a la Gobernación de Salta D. José G. Güemes, en diciembre de 1831, Alcorta fue su ministro hasta febrero del año siguiente en que fue derrocado el gobernador, se refugió en la provincia de Jujuy. Poco después, venciendo mil dificultades, logró trasladarse a Buenos Aires, donde consiguió vivir obscurecido y olvidado durante la época luctuosa de la Dictadura, hasta que en 1853 fue llamado a formar parte del Consejo de Hacienda. Intervino después de la reforma de los reglamentos de la Aduana; ocupó un puesto en la Comisión encargada de plantear el libre tránsito de los artículos de comercio, procedentes del extranjero y de las otras provincias de la República; fue cónsul del tribunal de Comercio durante los años 1853, 1855 y 1858; varias veces Director del Banco y Miembro de la Junta del Crédito Público; ocupando por último y con ventaja para la Provincia, un asiento en el Senado desde 1855 hasta principios de 1862. Falleció en Buenos Aires el 3 de mayo de 1862.
“A los servicios públicos que quedan enunciados debemos agregar el de la fundación del pueblo de Moreno”
“La prensa reflejó el pesar que había ocasionado la prematura muerte de este hombre singularmente capacitado como financista, en sentidos artículos dignos de la memoria del ilustre finado. El Senado de la Provincia se asoció por parte al sentimiento popular.
Sus escritos fueron publicados en un tomo, y en ellos se tratan y dilucidan las materias siguientes, cuya enumeración basta para dar una idea de la labor de Alcorta y de sus conocimientos económicos: “Bancos”. Su “Utilidad en los pueblos de la República Argentina”; “La ley de la expropiación”; “Las onzas y el papel, moneda”; “Comercio de las Provincias”, “Bolsa de Comercio”; “Cuestión Monetaria”; “Las Flasas Ideas”; “El Río Bermejo”. El señor Alcorta ha dejado, además de otros escritos económicos que no han podido ser publicados por haber sido encontrados truncos e incompletos. Explicando su biógrafo el Dr. Nicolás Avellaneda (padre), la limitación de sus producciones, dice: “Distinguía al señor Alcorta una modestia excesiva. Había pensado y leído mucho durante su vida, pero fue muy tarde cuando se apercibió que Dios le había dotado de una inteligencia penetrante y de una exposición luminosa para la difusión de verdades y doctrinas útiles”. En efecto, los escritos de Alcorta datan de los tres últimos años de su existencia.
Pero si como economista el Sr. Alcorta gozó de merecido renombre, como músico no fue menor el prestigio de que disfrutó. Sus composiciones, una buena parte de las cuales se han extraviado, fueron publicadas en París en dos volúmenes; el primero en 1869 y el segundo en 1883. En todas ellas luce la inspiración y un penetrante sabor nacional, determinado por los ritmos y giros de los cantos populares y cambios de tono análogos a los que se notan en éstos. Sus composiciones musicales suman cincuenta y cuatro, lo que, teniendo en cuenta las agitaciones de su vida y los numerosos cargos públicos que demandaron su atención, da una idea de su actividad intelectual”.

Dejando la biografía de Yabén, consideramos las interesantes noticias que trae el señor Vicente Gesualdo en su extraordinario trabajo “Historia de la Música Argentina”
Alcorta “forma con Juan Pedro Esnaola y Juan Bautista Alberdi, el grupo de precursores de la música argentina”...”aunque no fue un músico en el sentido profesional de la palabra, pues su especialidad fue la economía, cultivó el arte musical con tanta destreza que llegó a ser un culto compositor de afinada sensibilidad y espontánea delicadeza”. “En el Colegio Monserrat, estudió flauta y armonía con el maestro Cambesses, que desempeñaba entonces, la cátedra de Música en dicho Colegio”.
Por estas mismas páginas sabemos que Alcorta vivía en la calle Florida, donde está hoy la Galería Pacífico. Allí se realizaban verdaderos conciertos: “su hija Rosario, al piano, Amancio en el violín y Lino Palacio, abuelo del dibujante del mismo nombre, en la guitarra”.
“Francisco Seeber, que se ocupó de la personalidad musical de Alcorta en un trabajo que publicó en 1884, expresa: “En todo caso hay que deplorar que su talento no haya dado mayores frutos, pues era susceptible, con mayores estudios de llegar hasta donde llegan los maestros. Ha demostrado en lo poco que deja compuesto, mucho vigor de concepción, una inspiración copiosa, una originalidad muy personal, artes suficientes para producir las grandes obras de arte, si a ello se hubiera dedicado, adquiriendo cualidades que le hubiese dado la ciencia y el estudio de los grandes modelos”.
“En la sociedad “La Lira” y en el Almacén de Música de Monguillot, se realizaron en 1877 conciertos con composiciones de Amancio Alcorta. Alberto Williams, su nieto, al referirse a las obras de Alcorta, dice: “Tenía un sutil perfume nacional a pesar de la avasalladora influencia rossiniana; en ella ha pasado algo del alma de nuestros viejos payadores y están impregnados de suave melancolía como si fueran un reflejo de la Pampa, un recuerdo de infinita tristeza”.
En la celebración del centenario de Moreno, el 12 de abril de 1960, se ejecutaron piezas del fundador, como así también en el centenario de su muerte, el 3 de mayo de 1962, en la Basílica del Pilar de Buenos Aires y en un concierto programado por el Conservatorio Nacional en adhesión a la fecha.
En 1911, la Municipalidad de Moreno acordó la colocación de un busto del fundador en el nuevo edificio comunal. De la inauguración de esta obra y de la de su hijo Santiago fallecido en 1914, no poseemos datos. Los dos bustos magníficamente hechos en bronce, descansan en pedestales de mármol en un salón del edificio, a la espera de un lugar público en la ciudad que fundaron estos preclaros ciudadanos.
En el cementerio de la Recoleta, en el camino principal sobre un mismo pedestal, están los bustos de Amancio Alcorta y sus hijos Santiago y Amancio, que sirvieron dignamente al país y forjaron en la virtud un ilustre apellido.

Santiago Alcorta
Nació el 23 de febrero de 1838 en la ciudad de Buenos Aires, y murió en la misma el 13 de febrero de 1914. Se dedicó al comercio después de cursar las primeras letras, estuvo en Europa desde 1858 a 1861 y realizó estudios económicos, en cuyas materias llegó a adquirir autoridad. En 1867 fue elegido diputado de la legislatura bonarense por el partido de Moreno; presentó proyectos sobre instrucción obligatoria y libertad de estudios. En 1870 fue enviado a la Asamblea Constituyente que preparó la reforma constitucional de Buenos Aires, promulgada en 1873, Fue reelecto diputado nacional en 1873-78. Se le deben leyes sobre correos y telégrafos, obras públicas, organización del Departamento de Ingenieros, etc.. Fue Ministro del Gobierno de Carlos Tejedor con el que cayó en 1880; se expatrió voluntariamente en 1881 y vivio fuera del país hasta 1891. En 1892 fue nombrado con Pellegrini, Pinedo y otros, miembro de la Comisión Redactora de la Reforma Electoral. Fue también miembro de la Municipalidad de Buenos Aires, Director del Ferrocarril del Oeste, de los Bancos Hipotecario y de la Provincia. Escribió numerosos artículos en “La Prensa”. Estando en Europa fue delegado a la Exposición Universal de París y a la convención del “metro” y la “telegráfica”, en 1890.
Fue el cofundador del Pueblo de Moreno y a su iniciativa se debieron las principales instituciones de la naciente localidad, como así también el monumento a Moreno. En 1910 se le nombró presidente honorario de la Comisión del Centenario en esta localidad.
Murió retirado de la vida pública y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, junto a los de sus ilustres padres. En el nuevo edificio de la Escuela nº1 de Moreno, se encuentra su busto en bronce, en agradecimiento a las gestiones que realizara bajo la presidencia de la comisión pro edificio de escuelas desde 1872 a 1877 y de todos los progresos que le debió al vecindario, inaugurado el 24 de mayo de 1914 por la Dirección General de Escuelas.
Decía Julio A. Costa en su libro “Hojas de mi Diario”: “Entró a la vida pública para dar al país sus actividades en la integridad de su personalidad propia, sin subordinarla al éxito ni al poder ni a la necesidad”.
Siguiendo a Costa: los Alcorta “subieron en familia a la patria grande y a la patria chica y vale la pena hacer la foja de servicios de estos ciudadanos consulares, porque los pueblos nuevos, criadores de hombres, deben tratar de gijar las altas calidades únicas que justifican la raza en la democracia.

14. Genealogía de los Alcorta
José Pelayo de Alcorta

Fundador de su apellido en Santiago del Estero, a donde llegara desde España, alrededor de 1775. Como comerciante de ese vecindario, gozó de un alto concepto de honorabilidad y fe religiosa. Fue a partir de 1787, administrador de Correos de Santiago y desempeñó la sindicatura del Convento de San Francisco. Casó en primeras nupcias con doña Graciela Suasnabar, hija de don Francisco de Suasnabar, tesorero que fue de la ciudad de Santiago y de doña Petrona de Paz y Figueroa, descendiente de Consquistadores ilustres.
Hijos:
1) José Víctor, c.c. Cornelia Aranda López de Velazco, C.S.
2) Francisca Petrona, c.c Baltazar de Olaechea, Juez de 1º Instancia hasta 1839, c.s.
3) Manuel Alcorta. Gobernador de Santiago en 1830, c.c. Nepomucena Rodríguez y al enviudar con María de Jesús Gallo, c.s. Fue propietario de un campo situado en las cercanías del Paso del Rey, comprado alrededor de 1836, y vendido en parte al Coronel Antonio Ramírez en 1841.
4) Amancio (1805-1862). Fundador de Moreno, c.c. doña Coleta Palacio, hija de Sebastián de Palacio y de Modesta Izpizúa y nieta de Manuel de Palacio y Amabiscar, natural de Vizcaya, donde era reconocida su nobleza. Este ocupó diversos cargos en Santiago, donde había casado con doña Agustina Iramain Santillán. Los Palacio eran originarios de San Juan de Moliner, en el Valle de Gordejuela (España). (La sucesión de Amancio sigue en 4º).
Don José Pelayo de Alcorta casó en segundas nupcias con doña María Jacinta Zilbety, hija de don Miguel de Zilbety y de doña Catalina de Paz y Figueroa.
Hijos:
5) José Ramos, sacerdote. Cura en Salta en 1810.
6) Ramón Eustaquio, sacerdote. Cura de Matará
7) Catalina, c.c. José Ramón de Olaechea c.s.
4º Hijos de Don Amancio Alcorta Suasnabar y de doña Coleta Palacio.
a) Amancio. Jurisconsulto y funcionario de notabilísima actuación. (27-03-1842 m. 5-5-1902) Casó con doña ; Manuela Martínez Acuña, c.s.
b) Santiago (ver su biografía). Casó con Ana Martínez Acuña. Hijos: Rafael, c.c. Adelina Oddone; hijos: Rafael Amancio, Jorge Diego, María Adela, Eduardo, Pedro Santiago.
C) Sebastián (s.s)
d) Rosario (s.s)
e) Modesta, c.c. Juan A. De Mattos, c.s
f) Adela Eloisa, c.c. Jorge Williams, padres entre otros del maestro Alberto Williams.
G) Otilia, c.c. Manuel Rodríguez.

miércoles, noviembre 25

PARTIDO de MORENO, BUENOS AIRES

Navegando por la web, di con una pagina que esta mas que interesante sobre el partido de Moreno, provincia de Buenos Aires, aqui les adelanto un poco de que se trata pero vale la pena ser recorrida personalmente y tenerla en cuenta, ya que hay datos de muchas familias antiguas del pais.


Las propiedades más importantes del Partido de Moreno

Para el estudio de la evolución de las tierras en el Partido de Moreno, contamos con la inapreciable fuente documental que custodia la Dirección de Geodesia, Catastro y Tierras de la Provincia de Buenos Aires, dependiente de su Ministerio de Obras Públicas.

De estos valiosos documentos, reunidos en legajos, hemos extractado los datos más importantes para este capítulo, teniendo especial preferencia por las propiedades históricamente más conocidas, tomando como centro de ellas la estancia del Paso del Rey de don Amancio Alcorta, en cuyos terrenos se fundará el pueblo de Moreno.
Don Juan de Garay, al fundar la ciudad de Buenos Aires en 1580, repartió los campos aledaños en chacras y estancias, teniendo las primeras una extensión de trescientas a quinientas varas sobre el Río de la Plata, con fondo de una legua, y las segundas, de tres mil varas de frente por legua y media de fondo. Al transcurrir los años, se siguen subdividiendo y concediendo las tierras más alejadas de la ciudad, hasta llegar a las bañadas por el río de las Conchas donde notamos la disminución de las medidas originales de las estancias, en las que predominó mucho antes de la mitad del siglo pasado, el lanado menor o lanar, que daba singulares ganancias a los hacendados.

Las tierras de esta zona, bañadas por los ríos de las Conchas y de Luján, tenían por rumbo nordeste al sud oeste, desde el 24 de diciembre de 1608.
Las suertes coloniales de estancias estaban orientadas hacia un río, arroyo o aguada, a los que daban un corto frente, en comparación con el extenso fondo; particularidad que permitía a cada propietario, tener el bebedero natural para sus haciendas, dentro de su campo, satisfaciendo así la costumbre del ganado, “pues en épocas de escasos pastos los animales acostumbraban a alejarse hasta legua y media del lugar donde se efectuaba el rodeo, es decir, donde se les recogía diariamente o con suma frecuencia. La forma rectangular permitía ubicar la casa bien lejos del ganado, preferentemente en un extremo, para que la población y su movimiento no espantase los ariscos rodeos”(1).
Esta división rectangular y con los rumbos mencionados, podemos notarla aún hoy, en un plano actual del partido de Moreno, donde las grandes propiedades -hoy subdivididas- conservan su forma original, demarcadas por los antiguos caminos vecinales que exigiera el código Rural de 1865 art. 256, por el que se le ordenaba a los propietarios al cercar sus tierras, dejar un camino vecinal de cinco varas. Esta medida será corroborada por la Municipalidad de Moreno al dictar, el 3 de junio de 1866, una ordenanza sobre vías vecinales en los terrenos de chacras, imponiendo la obligación de dejar diez varas de ancho, cinco por cada lindero.
Los campos de Moreno, antes de 1864, estaban destinados a la cría de ovejas en su mayoría, como lo veremos en el capítulo destinado a la agricultura y la ganadería. Por entonces, progresistas estancias, muchas de ellas están en manos de descendientes de sus fundadores, no podrán satisfacer por su extensión moderada, exceptuando las de Alvarez, las necesidades del ganado vacuno. La agricultura aparecerá como consecuencia de las subdivisiones de las estancias en chacras y las que no se disgreguen en parcelas, lo harán en puestos de tambo, pero en este caso, las tierras permanecerán en manos del mismo dueño.

Coni, en su documentado diccionario, nos hace notar que en 1880, sobre las once leguas cuadradas de extensión del partido(¿?) existían “numerosas chacras destinadas al cultivo de cereales y legumbres y varias pequeñas estancias de escasa extensión”, que desaparecerán a raiz de los loteos masivos de los últimos años.
Lista de los propietarios del partido de Moreno según el Registro de Contribución Directa - Año 1866

Estancias: Tes. De Amancio Alcorta (casa quinta y casa en el pueblo con solares), Aguilar, Francisco; Alvarez, Francisco.; Arnaes, Feliciana; Auge, Pedro; Arias, Juan Antonio; Alcorta, Jesús Gallo de; Basualto, Andrea; Casco, Juan Rosalio; Cepeda, Cipriano; Cabañas, Luis; Costa, José; Casco, Felipe; Díaz Policarpo; Guerra, Fernando; Huguet, Luis; Ramírez, Rufina Herrero de; King, Juan; Lastra, Nicolás B.; Laurent, Julio; Maldonado, Cayetano; Maldonado, Rufino; maldonado, Ignacio; Melo, Manuel J.; Malaver, José María; Ocampos, José Lucas; Rodríguez Pascual R.; Rodríguez, Fermín; Rodríguez Gil; Terán, Mariano: Test. De Villamayor; Vargas, Pedro; Morales, Marcelino.

Chacras: Cieza, Elías; Carranza, Emilio; Costa, José; Giménez, María; Gómez, Isidora; Joly y Pernin; Ocampos, Juan Cruz; Poucel, Fortunato; Pouget, Augusto; Posse, Salvador; Repetto, Felipe; Westrep, Eduardo; Vicenti, Luis - Baccaro, Bartolo ( y horno de ladrillos); Bech, Hipólito.

Casas quintas: Benturno, José; Corbiere, Ernesto; Gutierrez, Juan; Langlois, Domingo; López, Daniel; Somazzi, N.; Vicenti, Luis; Courrege, Pablo. - Bech, Hipólito.

Casas en el pueblo: Amorety, Juan; Bentiufur, Ernesto; Bacigalupo Hnos.; Castaño, Manuel; Cesario, José; Castilla, Mariano; Curruchet, María; Corregido, Ramón; Currutcharo, Pedro;Delfino, Juan; Duro, Antonio; Espinosa, Manuel; Echepare, Juan; Ereilarte, Fernando; Ferreyra, Adolfo; Fernández, Bernabé; Gowland, Enrique; González, Austaquio; Gandabert, Pedro; Geneviere, Antonio; Gogiovio, Pablo; Joly, Claudio Ma.; Lagrave, Grato; Leiva, Ascencio; Lavarriere, Antonio; Martirena, Baustista; Morales, Lucio; Martínez, Pedro; Oyamburo, Simón; Pernin, Juan; Ricci, Agustín; Rodríguez, Juan; Rodríguez Guillermo; Semin, Juan; Sanz, José; Suárez, Gualberto; telechea, Bautista; Vicenter, Felipe.


No se consignan en este registro las casas de construcción precaria o los pequeños solares (se ha respetado la ortografía original).

lunes, noviembre 23

AVELLANEDA

Nicolás Avellaneda

(1837 - 1885)
Autor: Felipe Pigna
Nicolás Avellaneda, el gran promotor de la inmigración, la universidad pública y la federalización de Buenos Aires, nació en Tucumán el 3 de octubre de 1837.
Avellaneda acababa de cumplir cuatro años cuando su padre, Marco Avellaneda, fue degollado por un lugarteniente de Rosas. Su madre, Doña Dolores Silva y Zavaleta, tomó la decisión de trasladarse con su familia a Bolivia.
Ya adolescente, cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Córdoba sin llegar a graduarse. De regreso a su provincia fundó el periódico el Eco del Norte y a fines de 1857 se trasladó a Buenos Aires. A poco de llegar comenzó a trabajar como periodista en El Nacional y a colaborar con El Comercio del Plata, fundado en Montevideo por Florencio Varela durante la época de Rosas.

En Buenos Aires pudo completar sus estudios de derecho e iniciarse en el ejercicio de su profesión. Conoció a Sarmiento, con quien mantuvo una estrecha amistad. El sanjuanino lo ayudó a acceder a la cátedra universitaria como destacado profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, desde donde iniciará su carrera política. En 1865 publicó una de sus obras más importantes: Estudio sobre las leyes de tierras públicas, donde examina la legislación argentina al respecto y propone, basándose en el ejemplo norteamericano, la entrega de propiedades a los verdaderos productores, abreviando trámites y eliminando obstáculos. Plantea que la distribución de la tierra garantiza el asentamiento de población estable y contribuye al aumento del caudal demográfico. "La propiedad territorial fácil y barata -decía en el Estudio- debe ser la enseña de leyes venideras, para vencer en su nombre y con su obra el desierto, cambiando el aspecto bárbaro de nuestras campañas".
Fue electo diputado a la Legislatura de Buenos Aires y al poco tiempo debió abandonar la banca para ocupar el cargo de ministro de Gobierno de la Provincia, durante la gobernación de Alsina, cuando todavía no había cumplido 29 años.
En 1868, Sarmiento fue electo presidente y designó a Nicolás Avellaneda en la cartera más importante en la estrategia del sanjuanino: el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Desde allí llevará adelante los ambiciosos proyectos educativos de Sarmiento: centenares de escuelas primarias, decenas de escuelas normales y colegios nacionales en todo el país.
En 1874, al finalizar la presidencia de Sarmiento, fue electo presidente de la República. Mitre, el candidato derrotado, denunció fraude y se levantó en armas contra el triunfo de Avellaneda. A los pocos meses fue derrotado en el combate de La Verde por las fuerzas del General Roca. Mitre fue condenado a prisión por un tribunal militar, pero fue indultado por el presidente Avellaneda quien además, como muestra de su voluntad de pacificación incorporó al Gabinete a Rufino de Elizalde y José María Gutiérrez, dos reconocidos mitristas.
Siguiendo la consigna de Alberdi "gobernar es poblar", Avellaneda promovió en 1876 la sanción de la Ley de Inmigración conocida como Ley Avellaneda, que aparecía como una promesa interesante de tierras y trabajo para los campesinos europeos. En pocos años, duplicó el flujo inmigratorio.
Avellaneda enfrentó los efectos perdurables de la grave crisis económica que se había desatado a fines de la presidencia de Sarmiento, con medidas extremas como la disminución del presupuesto, suspensión de la convertibilidad del papel moneda a oro, la rebaja de sueldos y los despidos de empleados públicos.
Decía en 1877 "Los tenedores de bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos. La República puede estar dividida hondamente en partidos internos; pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños. Hay dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros."
En diciembre de 1876 llegó al país el primer barco frigorífico, Le Frigorifique, equipado con dos cámaras que mantenían una temperatura de 0 grados centígrados. En 1877 llegó Le Paraguay, sus cámaras enfriaban hasta 30° bajo cero. Esto modificaba notablemente el panorama de las exportaciones argentinas e incrementaba el valor del ganado.
El periódico El Mosquito satirizaba así la llegada del frigorífico:
"Yo me quedo asombrado cuando pienso en todas las ventajas que se pueden sacar del invento del frigorífico. Las mujeres podrán construir cada una en su casa un retrete frigorífico, sea sencillo o sea adornado como un elegante tocador, y si tienen la constancia de no salir de él, sino para ir a las tiendas, recibir visitar y comer, conservarán una juventud eterna, y a los 80 parecerán mozas de 25 años. El sistema frigorífico aplicado a la política, producirá también efectos benéficos; las revoluciones serán más raras, si encierran a los autores de revoluciones en calabozos frigoríficos, porque la baja temperatura de su prisión calmará sin duda su ardor revolucionario."
La restricción de las compras al exterior como producto de la crisis, estimuló un tímido desarrollo de la industria local. En 1877 se fundó el Club Industrial, por iniciativa de Carlos Pellegrini, Vicente Fidel López, José Hernández y Roque Sáenz Peña. El club logró que se establecieran tarifas proteccionistas para algunos productos, fortaleciendo la industria harinera, la vitivinícola, la del vestido y otras producciones.
En ese mismo año, se produjo la primera huelga de nuestra historia protagonizada por el primer gremio organizado: la Sociedad Tipográfica Bonaerense, fundada en 1857. La huelga fue dirigida por dos inmigrantes, un francés, Gauthier, y un español, Álvarez, que traían su experiencia sindical europea. La huelga fue exitosa y logró el establecimiento de la jornada de diez horas en invierno y doce en verano, una importante conquista para la época. El periódico El Nacional, dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield, calificó a la huelga como "recurso vicioso, inusitado e injustificado".
El gobierno de Avellaneda, a través del ministro de Guerra, Adolfo Alsina impulsó una campaña al desierto para extender la línea de frontera hacia el Sur de la Provincia de Buenos Aires. El plan de Alsina era levantar poblados y fortines, tender líneas telegráficas y cavar un gran foso, conocido como la "zanja de Alsina", con el fin de evitar que los indios se llevaran consigo el ganado capturado. Antes de concretar su proyecto, Alsina murió. Fue reemplazado por el joven general Julio A. Roca, quien aplicará un plan de aniquilamiento de las comunidades indígenas a través de una guerra ofensiva y sistemática.
El éxito obtenido en la llamada “conquista del desierto”, llevada a cabo entre 1878 y 1879, prestigió frente a la clase dirigente la figura de Roca y significó la apropiación por parte del estado nacional de millones de hectáreas que serán distribuidas entre una minoría de familias vinculadas al poder.
Al finalizar su presidencia, Avellaneda envió al parlamento un proyecto de federalización de la ciudad de Buenos Aires, con la intención de poner fin a la histórica disputa por la residencia de las autoridades nacionales, que estaban de hecho sometidas a la autoridad y jurisdicción del gobernador de la provincia de Buenos Aires. El proyecto provocó la reacción del gobernador, Carlos Tejedor, quien se sublevó contra las autoridades nacionales en tanto se llevaban a cabo las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a la fórmula Roca-Madero, partidarios de la federalización.
El presidente Avellaneda abandonó la ciudad e instaló el gobierno en el vecino pueblo de Belgrano. Buenos Aires fue sitiada y Tejedor, derrotado por las tropas leales a Avellaneda comandadas por Roca. Finalmente en agosto de 1880 la legislatura nacional declaró disuelta al cuerpo legislativo bonaerense y sancionó la Ley de federalización de la ciudad de Buenos Aires.
Al concluir su mandato presidencial, en 1880, Avellaneda fue electo senador por Tucumán. Desde allí proyectó y logró la sanción de la Ley Universitaria, que les garantizó la autonomía a las universidades nacionales. Poco después fue electo rector de la Universidad de Buenos Aires.
En junio de 1885, se embarcó hacia Europa junto a su esposa, Carmen Nóbrega, en busca de un tratamiento médico para la nefritis que lo afectaba. Murió en altamar, de regreso de su viaje, el 24 de noviembre de 1885, a los 48 años.
Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/

domingo, noviembre 22

Apellido GIOL, una historia como pocas

La nieta de Giol que descubrió Mendoza

Mendoza | Luisa vino de Italia a conocer la historia de su abuelo, Juan. Nunca había pisado la tierra donde su familia hizo fortuna.
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Luisa Giol

Luisa Giol (61) confiesa que algo sabía, pero que no se lo imaginaba. Por eso quiso venir a estas tierras y constatarlo con sus propios sentidos.

Así, luego de unos días de recorrer viñas y bodegas, observar viejas fotografías y dialogar con parientes y personas vinculadas a lo vitivinícola, regresó a su Italia natal con la impresión de que Mendoza es una especie de paraíso de la vid y el vino.

Además, se llevó pruebas de lo importante que fue su abuelo Juan para la historia económica local y de que su apellido –ese que supo llevar uno de los establecimientos vitícolas más importantes del mundo– fue casi emblema y sinónimo de la provincia.

En otras palabras, descubrió toda una historia personal que sospechaba pero que desconocía y que la sorprendió. “Es una tierra grandiosa y bellísima, y vuelvo muy emocionada luego de haber conocido tan importante pasado familiar”, comentó Luisa. Aunque cueste creerlo, era poco lo que esta nieta del italiano Juan Giol sabía hasta hace una semana de la provincia que convirtió en un exitoso y rico bodeguero a su abuelo. E incluso apenas tenía una idea del poderío que alcanzó su antepasado, quien con Bautista Gargantini fundaron en Maipú, en 1896, la bodega La Colina de Oro, cuyos vinos más emblemáticos fueron Toro y La Colina, y que a partir de 1911, cuando se disolvió esa sociedad, pasó a llamarse Giol.

“Mi padre y mis tíos eran muy discretos, por eso es poco lo que sabía de Mendoza y de mi abuelo”, relató Luisa a UNO ayer, poco antes de tomar el avión rumbo a Buenos Aires para volver a Italia, luego de su primer viaje a la provincia. La mujer, nacida en 1947 en San Polo di Piave, es hija de Vittorio Giol, el cuarto de los diez hijos que tuvieron Juan y Margherita Bondino en esta tierra. También es, en su terruño, continuadora de los negocios bodegueros que inició su célebre abuelo una vez que decidió retornar a su madre patria.

Relató que cuando en 1915 Juan decidió vender la bodega y regresar a Italia lo acompañaron su esposa y toda su descendencia (salvo uno de sus hijos, Humberto, quien se quedó en la provincia y siguió en el negocio vitivinícola). Afincado en San Polo, Juan compró tres bodegas –con un castillo incluido que data del siglo XIX– y regresó sólo una vez, en 1934.

Tras su muerte, ocurrida en 1936 en el Viejo Mundo, el establecimiento quedó bajo la administración de Vittorio, el padre de Luisa. Ésta luego heredó los negocios bodegueros de los Giol y se convirtió en la continuadora de esa tradición familiar. “En la actualidad, uno de mis tres hijos, también llamado Vittorio (37), gerencia la bodega, que se llama Hazienda Agricola Giol, y vino en una oportunidad a Mendoza: quedó maravillado, por eso quería verlo con mis propios ojos”, señaló Luisa, quien insistió: “No sabía que mi familia había sido tan importante para la historia de la vitivinicultura de Mendoza”.

Luisa, quien viajó a la Argentina junto a su esposo, Paolo Carraro, y en su visita a la provincia estuvo acompañada por los nietos de su tío Humberto, además fue homenajeada por los actuales propietarios de la Bodega La Colina de Oro. Guillermo Favre y Héctor Boccio, presidente y secretario de la Antigua Bodega Giol-Viñedos Lumai Ltda., respectivamente, la nombraron socia honorífica de esa empresa (Giol fue estatizada en 1954 y privatizada durante el gobierno de José Octavio Bordón).

El mismo honor corrió para los otros cuatro nietos de Juan Giol que aún viven y están en Italia: Alberto y Giovanni (hijos de Giovanni), Gian Fernando (hijo de Margherita) y Giovanni (hijo de Italo). “De mis tíos, pocos volvieron alguna vez a Mendoza y de mis primos, a lo sumo, dos de ellos conocen esta tierra”, comentó Luisa, quien es la única de los Giol que se dedica al negocio del vino.

“No sé si volveré alguna vez a Mendoza, pero me llevo el recuerdo de algo grandioso y mucha emoción”, acotó la nieta de Juan Giol.

Dueña de un castillo

Al regresar a Italia, Juan Giol compró en San Polo di Piave tres bodegas con unas 1.000 hectáreas de viñedos y un inmenso castillo al estilo gótico, que había sido construido a mediados del siglo XIX. En ese sitio continuó con la actividad con que hizo fama y fortuna en Mendoza, y por la cual a nivel mundial fue conocido como El Rey del Vino.

El establecimiento es hoy propiedad de su nieta Luisa. Se dedica a elaborar vinos orgánicos a base de cepas de Pinot, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc y Raboso, “que es una variedad local”, detalla la nieta de Juan Giol, quien acota que la marca de sus elaborados es precisamente el apellido de la familia.

Además, la empresa se dedica al enoturismo y es escenario para la realización de eventos.

El castillo es conocido como Papadopoli Giol, porque fue encargado por el conde Spyridon Papadopoli sobre uno que ya existía en el lugar. Esa propiedad fue adquirida por Juan hacia 1921 y distaba bastante de los edificios que poseía en Maipú, los que no obstante estaban entre los más modernos del planeta.

En efecto, entre 1910 y 1911 había comprado las bodegas Runge, en Russel, y El Progreso, en Gutiérrez, muy cerca de La Colina de Oro. Y como la segunda estaba cerca del ferrocarril, hizo construir el primer vinoducto aéreo del mundo, que permitió el contacto entre ambos establecimientos y sacar el producto hacia el país por el ramal del tren que entraba al establecimiento de Gutiérrez.

Ariel Sevilla
uno_mendoza@diariouno.net.ar

Curiosidades de la Historia

Breve historia de la barba y el bigote
Fuente: Revista Crítica Nº 38, 20 de julio de 1935. 
“Del lado de la barba está el poder”, dice en una de sus obras el gran cómico Moliére, que, por otra parte, no la tenía. Esto lo comprendieron tal vez nuestros antepasados de las cavernas, en los tiempos en que acariciándose la barba con una mano y enarbolando un garrote con la otra, mandaban a sus mujeres que los obedecían solícitas. Pero desde entonces las cosas han cambiado, las barbas fueron desapareciendo poco a poco, y hoy día… ¿Hay algún marido que se haga obedecer por su mujer? Digamos más bien que…, en fin, no insistamos sobre este punto tan doloroso.

Ya en la antigüedad, la suegra de Thotmes III, que ejercía el poder efectivo en nombre de su débil yerno, se había hecho hacer un busto con barba, pues era ella la que llevaba la barba en la vida conyugal; hoy día diríamos que llevaba los pantalones. Examinemos pues los pasos que ha dado esa prueba del poder del hombre antes de que desapareciera completamente.
Antes que Moliére, los egipcios opinaron que la barba era el signo de la autoridad. La mayoría de los faraones están representados con una barba postiza. Los asirios exhibían hermosas y ensortijadas barbas, y obligaban a sus esclavos a afeitarse. En cambio los griegos y los romanos estaban afeitados: sus esclavos a menudo lucían barba y bigote. Todo es cuestión de entenderse.
En las crónicas, Carlomagno es el emperador de “la barba florida”. Francisco I se dejó crecer la barba para ocultar una cicatriz. Por otras razones, el Papa hizo lo mismo. Inmediatamente todos los mentones se adornaron; los eclesiásticos siguiendo el ejemplo del Papa imitaron a los laicos que copiaban al rey. Estas veleidades del clero no dejaron de provocar dificultades.
Cuando Guillermo Duprat, que se enorgullecía de ser poseedor de una de las más hermosas barbas de Francia, fue nombrado obispo de Clermont y quiso tomar posesión de su catedral, los canónigos le prohibieron la entrada a causa de su mentón barbudo. Puesto entre el obispado y la barba, optó por el primero y no tuvo más remedio que afeitarse. Este incidente trajo grandes discusiones; la Sorbona estudió largamente tan grave y pilosa cuestión, y el rey intervino a favor de la barba.
En Francia la barba estuvo de moda bajo el reinado de los Valois, pero luego empezó a caer en descrédito. Bajo Luis XII la barba se redujo a un puñado de pelo bajo el labio inferior, llamado “mosca”. No todos los magistrados se resignaron a esta triste reducción de su sistema piloso. Mathieu Molé, que dio tanto que hablar durante la Fronda tenía el sobrenombre de “la gran barba”; no tenemos necesidad de describirlo más. La “mosca” persistió en los primeros tiempos del reino de Luis XIV, y poco a poco fue disminuyendo hasta desaparecer. El final del siglo XVII, todo el XVIII, y el principio del siglo XIX, vieron mentones imberbes y mejillas afeitadas.
El bigote reapareció con los húsares. Estos cuerpo de caballería de origen húngaro, tenían la cabeza completamente afeitada a excepción de un jopo de cabello en la punta de la cabeza, y de unos grandes bigotes caídos. Los otros cuerpos de caballería, emocionados por estos hermosos ejemplares, reclamaron también el derecho de usar bigote.
Tiempo después la barba fue casi relegada al olvido. Lo único que persistió fue el bigote, último vestigio del poderío masculino. Después de 1830, el bigote se generalizó. Sin embargo los marinos, los cómicos, los magistrados y los sirvientes continuaron afeitándose, y ciertos tribunales prohibieron a los abogados que actuasen delante de ellos con bigotes.
Bajo el segundo imperio, el bigote se usó fino y engomado; una pequeña barba los acompañaba.
Desde entonces la moda ha variado muchas veces. ¿Quién diría que en Paris estuvieron a punto de batirse por el bigote? Pocos años antes de la guerra, estalló una huelga homérica: la de los mozos de café, que exigían el derecho de usar bigote, que hasta entonces se les había negado. Se volcó mucha tinta y mucho vermouth a causa de esta reivindicación, hasta que los mozos salieron con la suya. El derecho de tener pelo en la cara les fue otorgado.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar