jueves, septiembre 29

Atracción por Israel los motivó a buscar su raíz judía sefardita

Su sentimiento hacia Israel y las cosas que envuelven al judaísmo, motivó a María Román a buscar en su árbol genealógico, hace 13 años, las respuestas a esa pasión que –dice– cada día se tornaba más fuerte.

Su baúl de recuerdos y los testimonios de sus familiares más longevos, en el cantón Piñas, provincia de El Oro, le ayudó a esta quevedeña a encontrar sus raíces.

Desde entonces, su vida cambió por completo. Descubrió que sus ancestros provinieron de España, pero lo más importante para ella fue que supo que por parte paterna fueron judíos españoles o sefarditas, como eran conocidos en el idioma hebreo en el siglo XV.

“Toda la vida sentí en mi corazón que existía algo más que un simple gusto por Israel y su pueblo, sabía que yo también pertenecía a ellos y que simplemente debía retomar las costumbres de mis antepasados”, expresa esta mujer de 47 años, madre de familia y habitante de la ciudadela Urdesa.

Luego de ese encuentro con su ascendencia, María decidió asumir las tradiciones judías que las cumple hasta ahora.

Mientras, en el sector de Lorenzo de Garaycoa y Padre Solano, Ernesto Londoño Toro tiene un taller de costura. Al igual que María, este microempresario, de 59 años, cuenta que desde chico sintió admiración y emoción hacia la Magen David (Estrella de David), símbolo sagrado del pueblo judío.

Rememora que sus abuelos tenían una particular forma de vida. Ellos no comían carne de cerdo y realizaban sus oraciones los sábados, cuando los judíos en todo el mundo celebran el shabat, que es el día sagrado de descanso y oración.

“La estrella de David me llena de gozo. Desde niño, cada vez que nombraban Israel mi cuerpo se estremecía. Hace 13 años supe acerca de mis raíces, antes de eso no entendí por qué yo sentía esto. Estoy convencido que soy sefardí”, asegura.

No obstante del entusiasmo de María y Ernesto, el cineasta y productor israelí Yaron Avitov considera que el interés por conocer las raíces de los antepasados ha perdido interés en la sociedad.

Avitov presentó el pasado 21 de agosto en Guayaquil el Primer Festival Judío Sefardí con los documentales: América Ladina y Alma Hebrea, que testifican sobre la llegada de judíos sefarditas a esta región del mundo y a Guayaquil como principal punto de entrada al Ecuador.

Al evento asistieron María y Ernesto y encontraron respuesta a sus interrogantes.

Avitov explica que su teoría se basa en que muchos de estos judíos expulsados de España durante la Inquisición terminaron acompañando en 1492 a Cristóbal Colón hacia el Nuevo Mundo. Una gran parte de estos fueron forzados a convertirse al catolicismo.

Avitov argumenta que en el siglo XV vivieron en España unos 800.000 judíos, cifra significativa en la población total de esa nación.

Pese a esto, muchos por temor mantuvieron sus tradiciones y formas de vida en el interior de sus viviendas, no obstante, en el exterior aparentaban ser cristianos.

“Ellos fueron llamados despectivamente ‘marranos’, pero en Israel se los denominó anusim (los forzados)”, afirma.

Relata que Guayaquil, por su condición geográfica y actividad económica, fue la puerta de cientos de estas personas que posteriormente, a más de radicarse aquí, se ubicaron en varias provincias, entre ellas: Loja, Manabí, Azuay, Los Ríos, Pichincha y El Oro.

Víctor Arellano, historiador y director del Museo Municipal, agrega que existen apellidos que tienen una gran posibilidad de tener ascendencia judía sefardí; sin embargo, el tener un apellido sefardí no siempre es garantía de tener sangre judía, por lo que recomienda tomar en cuenta las costumbres de sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Aclara también que en la urbe existe una importante comunidad judía ashkenazi que son los que vivieron en Alemania y en Europa Oriental. Ellos llegaron a principios del siglo XIX y en la actualidad mantienen una importante presencia en el campo comercial y cultural.

Nery Montiel, presidente de la comunidad sefardíta El Elohei Israel, en la tercera etapa de la ciudadela Alborada, indica que muchas personas sienten atracción a las cosas judías debido a que “la sangre llama”.

“El talmud (obra que recoge discusiones rabínicas sobre leyes judías) manifiesta que si alguien nació judío y fue forzado a dejar su forma de vida, seguirá siendo judío por cien generaciones. Habrá por lo menos uno que regrese”, indica.

Agrega que cada fin de semana el movimiento en este centro, al que asisten unas 150 familias, llama la atención de los vecinos del sector.

“Nos reunimos en esta casa de oración para pedir por la paz de Israel y de nuestros pueblos. Nos hemos preparado para interpretar lo que dice la ley”, manifiesta Montiel.

En Guayaquil funcionan cuatro centros sefarditas en los que se congregan 300 familias guayaquileñas que encontraron o aún buscan sus raíces.

De su parte, Avitov resalta que el hecho de buscar las raíces sefarditas no quiere decir que la persona deba convertirse al judaísmo.

“Soy israelí, pero no soy religioso; con mis documentales solo quiero que la gente se interese por conocer la riqueza del alma a través de la búsqueda de las raíces, para que sepan de dónde vienen”, finaliza Avitov.

Apellidos: Ascendencia
Con ascendencia sefardita
Muchos de los judíos fueron obligados a cambiar sus nombres en España, adoptando unos nuevos que presentaban cosas, acciones y regiones: Roca, Vaca, Pino, Acosta, Torres, Silva, Herrero, Acebedo, Pineda, Leyva, entre otros. Asimismo los que terminan en “ez” provienen del diminutivo erez, que en hebreo significa tierra: González, Álvarez, Sánchez, Jiménez, Pérez, Ramírez. También constan: Benavídez, Bonilla, Cáceres, Vera, Escalante, Mata, Quiroz, Pacheco, Ortega, Moreno, Padilla, Gómez, Girón y otros.

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